La vuelta a España en 80 películas – Destinos de cine
¿Conoces las películas más importantes que se han rodad rodadas en tu ciudad o comunidad autónoma? Este artículo recorre España comentando películas que han sacado partido a la fotogenia de ciudades o de paisajes rurales; desde clásicos de Hollywood como Espartaco o Doctor Zhivago, hasta episodios de las sagas de Star Wars o Jason Bourne, pasando por el cine de Almodóvar, Amenábar y otros directores españoles. Comenzamos un recorrido por la España vista a través del cine, destinos de película.
Visita España a través de 80 películas
Películas rodadas en EL NORTE de España
Galicia
Las ciudades gallegas con su ambiente portuario y sus cielos grises son idóneas para el thriller, como pudimos comprobar con las persecuciones automovilísticas por A Coruña de El desconocido (Dani de la Torre, 2015), o también para ilustrar con sus astilleros cerrados las consecuencias del desmantelamiento de la industria española, como hacía Los lunes al sol (Fernando León, 2002).
El Desconocido – A Coruña
En cuanto al rural, se presta para historias más románticas de fragas frondosas, seres mágicos y leyendas que se cuentan desde los tiempos de los antepasados celtas, como en El bosque animado (José Luis Cuerda, 1987), aunque no faltan acercamientos menos turísticos a la idiosincrasia gallega, fielmente reflejada en la familia ficticia de Ramón Sampedro en Mar adentro (Alejandro Amenábar, 2004). Por último, la costa gallega, recortada, llena de acantilados y de puestas de sol sobre el mar, recuerda mucho a la chilena y queda más a mano, por lo que Roman Polanski la eligió para los (escasos) exteriores de La muerte y la doncella (1994).
Asturias
La torre de Suso (Tom Fernández, 2007) celebra el cliché de Asturias como quintaesencia de la España verde y bucólica en la que reencontrarse con la familia, los amigos del pasado y la buena comida. Lo mismo, en versión más urbana y política pero igual de nostálgica, contaba Volver a empezar (José Luis Garci, 1982), la primera película Española con Oscar, en la que Antonio Ferrandis volvía del exilio para reencontrarse con la playa de San Lorenzo y el estadio del Molinón en Gijón.
El Orfanato – Palacio de Partarríu (Llanes – Asturias)
Además de Garci, el otro asturiano que no desperdiciaba ninguna oportunidad de mostrar los encantos de su tierra era Gonzalo Suárez, que rodó allí prácticamente todas sus películas. Llanes fue un paraje ideal para los románticos de Remando al viento (1987), y también para el cine de terror, al albergar caserones góticos como el de El orfanato (Juan Antonio Bayona, 2006), rodeados de playas y de montañas verdes.
Cantabria
Las tierras cántabras no tienen nada que envidiar a las asturianas en cuanto a verdor y mansiones idóneas para el rodaje de cine fantástico, como pudimos apreciar en Los otros (Alejandro Amenábar, 2001), o en plan más indie y casero en Los cronocrímenes (Nacho Vigalondo, 2007).
Primos – Comillas (Cantabria)
Además es un paisaje versátil que vale tanto para inspirar misterio como para comedias de peripecias de pijos vascos o madrileños en su residencia veraniega, ya sea en plan más gamberro, como en Airbag (Juanma Bajo Ulloa, 1997), o más romántico, aprovechando la belleza bucólica de Comillas, como en Primos (Daniel Sánchez Arévalo, 2011).
Euskadi
Bilbao fue hasta finales del siglo pasado el prototipo de la ciudad industrial degradada y llena de problemática juvenil, escenario idóneo para historias de delincuentes y drogadictos como El pico (Eloy de la Iglesia, 1983) o Salto al vacío (Daniel Calparsoro, 1995). Pero El mundo nunca es suficiente (Michael Apted, 1999) sirvió de presentación en sociedad del nuevo Bilbao post – Guggenheim, una ciudad de negocios megacool bendecida por el mismísimo James Bond. No obstante, de vez en cuando todavía alguna película policíaca como 70 binladens (Koldo Serra, 2018) le recuerda a la capital vizcaína su esencia portuaria y su cielo gris.
El mundo nunca es suficiente – Bilbao
Fuera de las zonas urbanas, el Euskadi profundo fue escenario de títulos sobre el conflicto vasco y sobre una sociedad cerrada, tradicional y, según Borja Cobeaga y la pandilla de Vaya semanita, que practica menos sexo del deseable. Los dos más recordados, en tonos opuestos, serían La muerte de Mikel (Imanol Uribe, 1983), y la archifamosa comedia Ocho apellidos Vascos (Emilio Martínez Lázaro, 2014).
Navarra
Salvo alguna película ambientada en los sanfermines, como la mítica La trastienda (Jorge Grau, 1975), que incluía el primer desnudo integral del cine español, los cineastas han buscado en Navarra paisajes rurales, prados y montañas. El navarro Montxo Armendáriz es el principal nombre que merece mención, con homenajes a la vida tranquila y campestre como Secretos del corazón (1997).
El guardián invisible – Valle de Baztan (Navarra)
Pero los bosques navarros, por encima de las playas asturianas o cántabras, se han convertido en el escenario misterioso por excelencia para ambientar thrillers e historias de terror en el cine español, como prueban Bosque de sombras (Koldo Serra, 2006), El guardián invisible (Fernando González Molina, 2017) o Las brujas de Zugarramurdi (Álex de la Iglesia, 2013).
Películas rodadas EL MEDITERRÁNEO Español
Catalunya
Las películas rodadas en Barcelona merecerían un artículo entero. La fascinación que la Ciudad Condal ejerce sobre los guiris dio título a una película de Woody Allen, Vicky Cristina Barcelona (2008), donde la capital catalana se veía desde una mirada superficial de turista de lujo. En la misma línea, pero en versión más juvenil y de clase media, Una casa de locos (Cédric Klapisch, 2002) exploraba el mito de Barcelona como paraíso para los Erasmus.
Una casa de locos – Barcelona
En Superlópez (Javier Ruiz Caldera, 2018), en cambio, llama precisamente la atención la ausencia de los rebaños de turistas que transitan por la Rambla o la Sagrada Familia, trasluciendo que se trata de la adaptación de comics de los años 70 y 80 donde la capital catalana se mostraba como la versión española de las grandes urbes norteamericanas. En la ciudad (Cesc Gay, 2003), por su parte, añadía el matiz cool y gafapasta de una urbe de diseño y pretensiones intelectuales que vendría a ser el París español.
Barcelona acapara tanto que el resto de Catalunya se queda para el cine local, sirviendo de escenario para propuestas a veces minoritarias y casi experimentales, como el cine de Marc Recha, y otras algo más accesibles, como el reciente éxito de Verano 1993 (Carla Simón, 2017), rodada en la comaraca de La Garracha, cerca de Olot.
Illes Balears
El maestro Luis Berlanga situó en las famosas cuevas del Drach mallorquinas el final de su obra maestra El verdugo (1963). La capital, Palma, por su ambiente internacional y también por ser la ciudad natal del director, fue elegida como escenario del thriller La caja Kovac (Daniel Monzón, 2006). Pero el rodaje que ha conseguido reunir más estrellas en el archipiélago ha sido el de El atlas de las nubes (Tom Tykwer y las hermanas Wachowski, 2012), que pasó desapercibida en taquilla pese a los pasajes de la Serra de Tramuntana y la presencia de Tom Hanks, Halle Berry y Susan Sarandon.
El atlas de las nubes – Mallorca
Julio Medem, por su parte, dio a conocer al gran público la isla de Formentera como escenario de tórridas pasiones con sabor muy mediterráneo en Lucía y el sexo (2001).
Valencia
Mucho antes de convertirse en localización de Juego de Tronos, Peñíscola recibió la visita de Charlton Heston y Sofia Loren para el rodaje de El Cid (Anthony Mann, 1961) en la época en la que Hollywood buscaba escenarios en España para superproducciones. En la actualidad, la Comunidad Valenciana dispone de su propio centro audiovisual en Alicante, la Ciudad de la Luz, en la que se llevaron a cabo muchas escenas de Lo imposible (Juan Antonio Bayona, 2012) y de Tetro (Francis Ford Coppola, 2008).
Huevos de oro – Benidorm
En cuanto a escenarios urbanos, el puerto y las discotecas de Alicante sirvieron de localización para las escenas de juerga juvenil del éxito Mentiras y gordas (Menkes y Albacete, 2009) y el skyline de Benidorm fue elegido por Bigas Luna como icono de lo hortera y la cultura del pelotazo urbanístico en Huevos de oro (1993). En cuanto a la capital, el barrio del Carmen encarnó a la famosa Rue del Percebe de los tebeos de Francisco Ibáñez en La gran aventura de Mortadelo y Filemón (Javier Fesser, 2003).
Murcia
La magia de Hollywood convirtió escenarios de la Región de Murcia en el mismísimo Irak para Matt Damon en Green Zone (Paul Greengrass, 2010). Ya a nivel nacional, uno de los más bellos homenajes a esta tierra lo llevó a cabo Carlos Saura con Pajarico (1997), basada en recuerdos de infancia del director y protagonizada por Paco Rabal, natural de Águilas, escenario del film.
Pajarico – Murcia
Por otra parte, las playas murcianas, como las valencianas, han sido escenarios de no pocas españoladas, y también de un homenaje que conseguía trascender este subgénero de cine de chiringuito playero, Rencor (Miguel Albaladejo, 2002), protagonizado por Lolita.
Andalucía
Hollywood siente predilección por nuestro sur. Halle Berry salía del agua en Muere otro día (Lee Tamahori, 2002) en las playas de Cádiz, y ese mismo año la Plaza de España de Sevilla se convertía en el planeta Naboo en El ataque de los clones (George Lucas, 2002). Por no hablar de Almería, el plató cinematográfico por excelencia de España desde los tiempos de Lawrence de Arabia (David Lean, 1962); además de superproducciones, el Cabo de Gata es especialmente recordado por los spaghetti westerns, en particular la trilogía de Sergio Leone con Clint Eastwood.
Isla Mínima – Marismas del Guadalquivir
Pero Andalucía no solo sirve como sucedáneo del desierto, de la Habana ni del Far West. Algunos directores locales han sacado partido de la fotogenia de su tierra yendo más allá de los clichés turísticos sevillanos explotados en la mencionada Ocho apellidos vascos. Alberto Rodríguez visitó los barrios conflictivos de la capital andaluza en Grupo 7 (2012) y la magia de las marismas del Guadalquivir inspiró el ambiente onírico de La isla mínima (2014). Manuel Martín Cuenca, otro de los directores andaluces contemporáneos más relevantes, ambientó también en Sevilla su obra maestra El autor (2017), y eligió Granada para la cuidada ambientación, procesión incluida, de Caníbal (2013).
Películas rodadas EL INTERIOR de España
Aragón
La cuna del cine español es Zaragoza, puesto que allí se rodó Salida de misa de 12 del Pilar, la primera película llevada a cabo con el cinematógrafo de los hermanos Lumière en 1896. Las áridas llanuras aragonesas son uno de los paisajes más cinematográficos de la España profunda y han ambientado dramas con un punto trágico, como Jamón, jamón (Bigas Luna, 1992) o La novia (Paula Ortiz, 2015).
El Reino de los cielos – Castillo de Loarre – Huesca
Tampoco Hollywood se resiste a los encantos maños, y El reino de los cielos (Ridley Scott, 2005) utilizó para una de sus escenas el castillo de Loarre, en la provincia de Huesca.
Castilla y León
La época en la que Hollywood rodaba grandes superproducciones en España también tocó en parte a Castilla y León. Varias escenas de Doctor Zhivago (David Lean, 1965) fueron rodadas en parajes de Soria y Salamanca, y el equipo de la ya mencionada El Cid se recorrió casi toda la actual comunidad trabajando en Valladolid, Palencia, Ávila, Burgos y León. En tiempos más modernos, la también mencionada El reino de los cielos utilizó también escenarios abulenses y segovianos.
El Cid – Castillo de Torrelobatón (Valladolid)
El cine nacional también ha recurrido a tierras castellanas del norte para dramas históricos y cine de época, como Juana la Loca (Vicente Aranda, 2001).
La Rioja
Dos de las películas más clásicas del cine español tenían Logroño como escenario principal. La primera, Calle mayor (Juan Antonio Bardem, 1956), retrataba el mundo gris de la dictadura franquista. La segunda, El sur (Víctor Erice, 1983), utilizó varios edificios de la ciudad para un drama familiar intimista.
El sur – La Rioja
Y, ya en tiempos más recientes, el ser la más famosa tierra de vinos de nuestro país convirtió a esta tierra en perfecta candidata para albergar el rodaje de la exitosa serie televisiva Gran reserva.
Castilla la Mancha
Toledo es también una ciudad de cine. Su zona monumental ha ambientado títulos tan variopintos como Tristana (1970), una historia de época adaptación de Galdós que fue la última película dirigida por el genio Luis Buñuel en España, la cinta de terror italiano El diablo se lleva a los muertos (Mario Bava, 1973), donde la ciudad pasaba de ser un bonito escenario turístico a una pesadilla, y un clásico moderno del cine social, Te doy mis ojos (2003), en la que se jugaba con la doble naturaleza de la antigua capital del reino como ciudad pequeña en la que todavía tiene peso una tradición machista y también como paraíso cultural donde el arte del Greco sirve para aumentar la autoestima de una víctima de violencia de género.
Volver – Almagro (Ciudad Real)
Pero es inevitable mencionar aquí al manchego más importante del cine, Pedro Almodóvar, que ha retratado muchas veces su tierra mezclando la añoranza y la crítica a una sociedad rural y cerrada. Volver (2006) ha sido hasta la fecha su mayor acercamiento al relato de costumbres ambientado en La Mancha rural. Curiosamente, los pueblos manchegos con sus casas blancas y su ambiente apacible pueden pasar fácilmente por la costa Mediterránea, y así ocurrió en el clásico Quién puede matar a un niño (Narciso Ibáñez Serrador, 1976), que sacaba partido al lado inquietante del sol y la tranquilidad del verano en una localidad turística.
Extremadura
La primera película relevante que habló de esta comunidad fue Las Hurdes (Luis Buñuel, 1932), motivo de escándalo y prohibición por su denuncia abrupta y fría, hasta la estigmatización, de la pobreza extrema de esta comarca en aquella época. Ya fuera de polémicas, las ciudades patrimonio de la Humanidad con las que cuenta Extremadura las hacen idóneas para ambientar películas de época, como La Celestina (Gerardo Vera, 1996) o 1492 La conquista del Paraíso (Ridley Scott, 1992), aparte de muchas series televisivas.
Los santos inocentes – Extremadura
La Extremadura rural, por su parte, ha visto rodar dos de los mayores clásicos del cine español, aparte de Las Hurdes: por un lado, El pequeño ruiseñor (Antonio del Amo, 1956) el superéxito que convirtió a Joselito en estrella infantil dentro y fuera de España, y, por otro, una propuesta mucho menos comercial, como la adaptación literaria de prestigio Los santos inocentes (Mario Camus, 1984).
Madrid
La presencia hegemónica de la capital muestra el centralismo del que adolece el cine español. Madrid es el sitio en el que se rueda cuando no se quiere ambientar una historia en ningún sitio en particular, como ocurre con París en el cine francés. Hemos asimilado, falsamente, que las calles y los edificios típicos de Madrid son los de cualquier ciudad española y que constituyen un paisaje neutro; por lo tanto la villa y corte está al mismo tiempo sobrerepresentada y pobremente retratada en nuestro cine, puesto que, cuando se quiere un escenario que tenga presencia y dé sabor al relato, las películas se sitúan en otras ciudades.
El día de la Bestia – Edificio Schweppes Callao – Madrid
No obstante, algunos directores si ofrecen un discurso sobre zonas y barrios concretos de la capital y explotan el jugo visual que tiene la ciudad; casi siempre, de hecho, cineastas que no son madrileños. Por ejemplo, Álex de la Iglesia jugaba con lugares tan icónicos como Callao o las torres de Plaza de Castilla en El día de la bestia (1995), Alejandro Amenábar ofrecía una imagen tan inquietante como la Gran Vía vacía en Abre los ojos (1997), o Fernando León de Aranoa exponía el lado deshumanizado y alienante de las áreas periféricas de asfalto sin zonas verdes en Barrio (1998).
Abre los Ojos – Escena de la Gran Vía vacía
Por no hablar del director que ha puesto Madrid en el mapa del cine mundial, el manchego y madrileño de adopción Pedro Almodóvar: entre los escenarios más recordados de sus películas figuran dos de los edificios más elegantes y exclusivos de la capital, Montalbán 7 y Almagro 38, entre los que transcurría la acción de su obra maestra Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), o la plaza de Chueca como zona degradada antes de su gentrificación en Átame (1990).
En cuanto a los naturales de la ciudad del oso y el madroño, hasta ahora ninguno ha superado como retratista de la capital a Edgar Neville, autor de thrillers y comedias castizas muy madrileñas que mezclaban el sainete tradicional con elementos de género muy modernos para la época; La torre de los siete jorobados (1944) es una de las rarezas más apreciadas del cine español antiguo.
Por último, Madrid y sus alrededores han sido escenario de alguna que otra película de Hollywood. De la época de esplendor de los grandes estudios podemos destacar Espartaco (Stanley Kubrick, 1960) y tendríamos un ejemplo más reciente en El ultimatum de Bourne (Paul Greengrass, 2007).
Películas rodadas en LA PERIFERIA de España
Islas Canarias
Hollywood se ha mostrado muy interesado en las islas afortunadas durante los últimos años. Han convertido las dunas de Maspalomas en el desierto del Sáhara en Aliados (Robert Zemeckis, 2016) y las playas de Fuerteventura en el Mar Rojo en Exodus (Ridley Scott, 2014).
Los abrazos rotos – Lanzarote
Pedro Almodóvar, en cambio, situó en Lanzarote parte de Los abrazos rotos (2009) aprovechando la fotogenia del paisaje y sin hacerlo parecer otro lugar.
Ceuta y Melilla
Morirás en Chafarinas – Melilla
Las ciudades autónomas son probablemente el territorio menos explotado por el cine, y cuando lo han sido muchas veces se las ha asociado a temáticas militares: películas sobre la legión o sobre la antigua mili como Morirás en Chafarinas (Pedro Olea, 1995), ambientada en Melilla. Una de las excepciones, obra además de un director apreciado en su momento, como el colombiano Sergio Cabrera, fue Ilona llega con la lluvia (1996), rodada en Ceuta.