Análisis Serie Person of interest 4×03 Recap: Wingman
Si mezclamos en una coctelera un poco de crimen y unos toques de suspense, algo de ciencia ficción y un fantástico guion de J. J. Abrams, podemos cocinar una serie como Person of interest. Creada por Jonathan Nolan (Memento), esta serie, que basa su argumento en la ciudad de Nueva York, no dejará indiferente a nadie.
Person of interest cuenta la historia de una máquina desarrollada por Harold Finch (Michael Emerson), un millonario misterioso y reservado al que se le ocurrió crear un software que puede prever la identidad de los involucrados en crímenes que todavía no han ocurrido. Al Gobierno solo le interesa el terrorismo, así que usan una puerta de atrás secreta para conseguir los datos acerca de la gente de a pie. Para prevenir estos crímenes, cuenta con la ayuda de John Resse (Jim Caviezel), militar que trabajaba en la CIA hasta que le dieron por muerto. Deben trabajar en la clandestinidad y, aunque sean buscados por la policía, consiguen hacerse con poderosos aliados.
Hoy comentaremos los hechos que ocurren en el capítulo tercero de la cuarta temporada. ¡Alerta spoiler!
Como en otros capítulos ya hemos podido ver, Resse empieza persiguiendo a alguien, pistola en mano. Para eso de no sembrar el pánico en una ciudad tan pequeña como es Nueva York. Le acompaña el atlético detective Lionel Fusco (Kevin Chapman). Despues de subirse a un autobús turístico, John dispará al huidizo hombre, que cae al suelo herido en la pierna. Fusco le reprende: no se puede ir disparando así en medio de la multitud. Que sea justo Lionel el que te pegue la charla debe de ser, como poco, curioso.
Poli malo, poli bueno
Su jefa tampoco está contenta. No es de recibo su comportamiento, y tampoco es la primera vez. Deberían estar ocupando su tiempo en intentar resolver otro caso y advierte a Resse que no puede seguir por ese camino. “A ver si puedes estar sin disparar a nadie un par de días.” Vemos a un Fusco que quiere hacer las cosas bien e ir de poli bueno, mientras que Resse acepta acatar las normas. De momento. Es entonces cuando John recibe la llamada de Finch.
En “la oficina”, Harold se encuentra con Sameen Shaw (Sarah Shahi), hablando sobre la situación financiera del grupo. Es mala, y tendrán que recortar por algún lado. Cuando aparece John, revelan la identidad de la persona de interés de este capítulo: se trata de André Cooper, estibador de profesión (los que trabajan en el puerto) y wingman profesional. Wingman viene a ser gancho, en el argot inglés del ligar.
Finch planea que lo mejor para acercarse a Cooper es actuar como cliente, a lo que Resse se niega. Sin embargo, tanto Harold como Shaw estaban pensando el otra persona para ese papel: Fusco. Y con él André tendrá todo un reto delante. Finch asegura -de broma- saber ya quién va a matar a Cooper, él mismo. Ambos se van de compras, a ver si pueden mejorar algo la imagen del detective. Lo cierto es que no saben aún si el gancho es víctima o atacante; nosotros tampoco.
Mientras tanto, Finch recibe una visita: se trata de Groves (Amy Acker). Conocida también como Root (Raíz), es una de las maneras que la Máquina tiene para comunicarse con ellos. Se menciona entonces a Samaritan. Se trata de otra máquina, pero aparentemente más poderosa que la Máquina. Es un proyecto desactivado pero, sin embargo, Control (Camryn Manheim) -que es la jefa de operaciones del proyecto de La Máquina- piensa que está activa en algún lugar y de alguna manera. Obviamente, eso es un gran problema.
El pasado siempre vuelve
Descubren que Cooper es el amante de la señora esposa de uno de sus clientes y por ello ha recibido algunos mensajes amenazantes de parte del marido. Esto lo convierte en víctima, por ahora. También averigüan algo sobre un contenedor repleto de armas desaparecido, el día que André dejó el trabajo. Y ahora está ayudando a un Fusco que se ha metido tanto en el papel que, la verdad, está realmente emocionado con eso de adecentarse para conocer gente.
La Máquina ha hablado. Cuando Finch y Shaw terminan de comprar un misil anti-tanque de contrabando que les ha pedido comprar, aparece la policía, justo en el preciso momento en el que se habían marchado. “La Máquina siempre está mirando.” Y eso estaba dentro de su plan; un plan que desconocen de qué trata.
En otra parte de Nueva York, Cooper acompaña a Fusco a un bar de moda. Tras unos cuantos consejos, le deja a su aire, a ver qué tal se le da. Efectivamente, nada bien. Allí André se encuentra con Mickey (no, el ratón no), un viejo amigo desde que trabajaba en el muelle al que ayudó a conocer a su mujer. La coartada de Fusco, sin embargo, no se mantiene en pie por mucho tiempo: a punto de comenzar una pelea, tiene que intervenir y entonces se descubre que es policía.
Cuando André pregunta si está bajo investigación por algo, Shaw llama a Fusco para contarle que, después de todo, Cooper puede ser asesino y no víctima tras encontrar algunos datos acerca de su pasado. Sin embargo recordemos que la Máquina le elige por algo que va a pasar. Fusco decide entonces contarle que le ocultó su profesión ya que los polícias no necesitan ganchos y sería el hazmerreír de la comisaría. Cooper, que ha sido pagado por adelantado, decide continuar con su entrenamiento.
En plena calle, la Máquina ha enviado a Finch y Root con el lanzamisiles a una cafetería. Allí aparece un tipo interesado al que acompañan a ver a la Mafia. Justo en el momento en el que debían de venderles el arma, Fich se echa para atrás. “Por esto no voy a pasar”. Sin embargo, Root le comenta que “la Máquina te conoce tan bien”. Vamos, que sabía que iba a hacer eso. Entonces Groves dispara a los mafiosos, ese era el plan. Hay que ver qué buenos que son todos en esta serie con lo de disparar. Se nota que son asesinos profesionales.
Amigos que no
Las galerías de arte son un buen lugar para ligar. Allí se encuentran Fusco y Cooper cuando, de repente, se llena de estibadores con caras de pocos amigos. Se trata de Mickey, que consigue secuestrar a ambos. Shaw tendrá que apañárselas solas, pues Resse tiene a su jefa todo el rato pendiente de sus movimientos y no puede descubrir su doble juego. Ahora es policía, y tiene que guardar las apariencias.
Mickey tiene un plan genial para acabar con Cooper; quiero liquidarlo ya que les abandonó ahora que son malvados y eso estuvo feo. Les encierran en un contenedor, de los de barcos, que avabará en el mar, para que se ahoguen o mueran de calor, lo que ocurra primero. Parece que van a tener suerte: el homicidio que Resse está investigando está relacionado con la persona de interés, así que se encuentra con Shaw en el puerto y juntos encuentran a Fusco. Con la ayuda de Bear, el perro del grupo, logran capturar a Mickey y su banda.
Al final, Finch y Root descubren todo un arsenal de armas que tenía la Mafia, así como bolsas repletas de dinero, que suponemos minorarán los problemas económicos de los que se aquejaba Harold al principio del capítulo. Cae en la cuenta que esa era la única manera que tenía la Máquina de hacerles llegar dinero sin que Samaritan se enterase.
Opinión
Nos encontramos, una vez más, ante otro apasionante episodio de Person of interest. De nuevo contamos con una trama repleta de misterio en la que, hasta el último segundo, no sabemos a ciencia cierta si la persona de interés es víctima o verdugo. Una información tan relevante que puede hacer girar la historia en un segundo y que le da a la serie ese toque de intriga tan especial.
En este capítulo, hemos podido ver como la Máquina cuida del grupo, hasta tal punto de prestales su ayuda con esos problemas económicos, pero de una manera tan poco convencional para que no levante la más mínima sospecha. Quién sabe, tal vez incluso ayudase a ligar a Fusco, al fin y al cabo.
Valoración: 9
El análisis del capítulo siguiente ya disponible aquí.