Homeland Temporada 7 Capítulo 2 Recap: Rebel Rebel

La vuelta de Homeland nos ha traído con ella los dramas de Carrie. O’Keefe se ha convertido en todo un agitador en las ondas a la carrera, mientras la Presidenta sigue en sus trece de no fiarse de ni su sombra (y con razón). El recap del episodio anterior aquí. ¡Alerta spoiler!

Brett O’Keefe gana seguidores

Si algo me gusta de Homeland es que siempre se pasea entre la ficción y la realidad con un atino que asusta. Con toda la polémica reanimada esta semana en Estados Unidos con las armas y los tiroteos, ahí tenemos a Brett O’Keefe defendiendo su tenencia y uso junto a sus más fieles seguidores. Huído, eso sí, continúa inundando las ondas con sus discursos contra la Presidenta Keane y sus colegas en Washington.

Ahora mismo el locutor vive gracias a la simpatía que despierta en gente como Bo Elkins (David Maldonado) y su hijo J.J. (Colton Ryan), que incluso se ha tatuado su cara en el brazo con la palabra “REBEL”; hace distinción entre rebel (sustantivo, rebelde) y rebel (verbo, rebelarse), dejando claro que están dispuestos a todo.

Brett no deja de ser un catalizador del descontento del país con Elisabeth, que utiliza sus palabras para formar una guerrilla de rebeldes a la espera de órdenes que, todavía latente, creo que veremos aparecer tarde o temprano. O’Keefe, eso sí, da en el clavo con el asunto y la misteriosa muerte de McClendon, aquel señor al que vimos la semana pasada retorcerse hasta morir; el infarto que aseguran acabó con su vida se traduce en una versión que ni la propia Presidenta se termina de creer.

Keane suma a su equipo a Saul Berenson

Cuando Wellington visitaba en el capítulo anterior a Saul en prisión para pedirle que fuese el nuevo consejero de Seguridad Nacional de la Presidenta, Berenson dejaba su “sí” a la condición de que se liberase a los 200 agentes y personal que estaba preso como él. Wellington, esta semana, consigue convencer a Keane al respecto.

Wellington le asegura a la Presidenta que puede ser un gesto de buena voluntad que cambie su situación, que empeora por momentos: a la muerte misteriosa de McClendon se le une el “problema O’Keefe”. Y aunque Saul, en el fondo, parece que sabe que le van a utilizar de toallita para limpiar aquel marrón, acepta el trato (a disgusto de Mathison, por cierto). No sabe, eso sí, que su primera misión es capturar a Brett, apenas un par de fotogramas después de dejar claro ante la prensa que la caza de brujas había terminado.

La Presidenta, esta semana, recibe la visita del senador Paley, que ya vimos la semana pasada que es su mayor crítico en las altas esferas del Gobierno. El señor Paley no se achanta ni siquiera ante las amenazas de entrar en campaña contra él, y asegura que juró lo mejor para su país y lo piensa llevar a cabo.

Al menos Keane tiene en su equipo a Saul, que aunque todavía no consigue a Brett, sí que usa sus armas de agente de la CIA y super espía para ganarse la confianza de uno de los policías que ayudó a escapar a O’Keefe, que le dice dónde está. Eso sí, irá solo, y tendrá que darse prisa porque el ambiente se está caldeando en las ciudades pequeñas, donde el alcance de Keane es corto pero las palabras del locutor vuelan.

Carrie tiene problemas con un virus

Nos parecía muy raro que no se mencionase ni nada a Quinn y su muerte en el debut de esta temporada, pero tal vez es porque quieren que veamos a Carrie sufrirlo en silencio y romperse a trozos conforme pasan los episodios. Al menos, esta vez, es la terapeuta de nuestra protagonista (Sakina Jaffrey) la que menta a su antiguo compañero, en una ristra de problemas que acechan a Mathison.

Lo que pasa es que el recuerdo de Quinn, o sus problemas económicos, o incluso que su medicación pueda haber dejado de surtir efecto, pasan a un segundo plano cuando un virus le secuestra el ordenador. Todo empieza cuando, por las cámaras que Max instaló en casa de Wellington, Carrie observa a una mujer misteriosa que le deja un mensaje al señor en un papel.

La mujer, interpretada por Sandrine Holt, deja con la duda a Carrie, que captura su rostro y trata de descubrir su identidad. Dante, aquel señor que avisó la semana pasada a Mathison que no quería verla más, efectivamente no quiere verla más, así que nuestra protagonista recurre a internet, que le devuelve la jugada con un hacker que le secuestra el disco duro de su portátil a cambio de dinero.

El virus, que Max trata sin éxito de despejar de sus archivos super secretos y super comprometedores, nos lleva a que el propio hacker se hace de notar y habla con Carrie, dando cuenta de lo jugosa de su información (incluidas las cámaras montadas en casa de Wellington). El tiempo pasa y Mathison, sin el dinero que le pide a cambio, solo ve como la suma aumenta por momentos.

Carrie solventa su problema con el virus

El primer plan de Carrie, hacer cómplice de aquello a Wellington asegurandole al hacker que es un juego entre ambos, no funciona en absoluto, así que Mathison se muestra ante el hacker quitando la pegatina de su webcam, y la ropa de su cuerpo. Es así como consigue que el hacker cometa el mayor error de su vida: quedar con Carrie cara a cara.

El señor hacker (Jordan Woods-Robinson) guía a Carrie por calles oscuras y naves siniestras hasta su localización, todo pensando que a cambio de liberar su disco duro Mathison estaría dispuesta a un confeti con él. ERROR. La escena, que ya sabemos por dónde va a tirar, es una mezcla entre sordidez por parte del señor, asco que vemos en la cara de Carrie y expectación por saber cómo va a matarle.

Y, aunque sabía que iba a terminar sangrando, el susto cuando Mathison se gira, le deja acercarse y entonces le rompe la nariz me lo he llevado igual. Mientras agarra un palo y empieza a pegarle al señor en el suelo, le insta con el portatil a que libere su disco duro, asegurando que de no hacerlo le matará, porque es (más bien era) de la CIA y básicamente ha intentado chantajear a la persona equivocada. Y él lo hace, claro.

Vale, seguramente esta no haya sido la mejor sub-trama de las últimas temporadas (ya tuvimos hackers en la anterior), pero al menos nos sirve para darnos cuenta de una cosa relevante: al final Mathison no tenía ninguna intención de matar al hacker, pero por poco le ahoga sin querer. Tenemos ahí unos segundos de lucha interna en los que Carrie parece no decidirse, pero después de los cuales el señor casi no lo cuenta. ¿Está la medicación, efectivamente, dejando de hacer efecto?