Everest en 3D: ¿merece la pena?

Hoy os responderemos a una pregunta que muchos os formuláis, Everest en 3D: ¿merece la pena?

Con la sesión de blockbusters de verano acabada, “Everest” ha llegado para recordarnos que las superproducciones que llegarán los próximos meses contendrán un tono mucho más serio, lo que no quiere decir que puedas guardar aún tus gafas 3D. Si buscas más asesoramiento para elegir qué entrada comprar para “Everest“, puede que los siguientes consejos te sirvan de gran ayuda.

En un principio, una película desarrollada en el Monte Everest no debería encajar exactamente con el formato 3D. Aunque el escenario es maravilloso, el metraje que podría obtener un documental normal no sería exactamente lo más emocionante en términos de tercera dimensión. Sin embargo, con la narrativa dispuesta en “Everest“, ayudada por un gran presupuesto para efectos especiales, la opción en 3D consigue ganar más puntos de lo esperado.

Stereo D fueron los encargados de la conversión en “Everest 3D“, y aunque la conversión fue anunciada al ser retrasado el estreno de la película hasta 2015, no hay nada que nos indique que “Everest” fuera concebida en un principio como un film en 3D. Pese a todo, aunque la conversión fuera anunciada en el último momento, los esfuerzos parecen haber sido notables para llevar a cabo una ejecución bastante aceptable.

En lo que respecta a los efectos que “salen de la pantalla”, salvo por un pequeño número de secuencias clave involucrando avalanchas y condiciones climatológicas extremas, brillan por su ausencia en “Everest 3D“. Lo más triste de todo es el buen resultado de las mismas, uno de los aspectos más logrados en la conversión de la película hacia una tercera dimensión, ya que su escaso número evita disfrutar en mayor medida de las grandes emociones que este formato es capaz de transmitir.

El verdadero aspecto sobresaliente en la conversión de “Everest 3D es la profundidad de los escenarios a lo largo del cómputo total de la película. Cuando varios personajes participan en la misma escena, resulta impresionante ver con claridad como cada uno de ellos ocupa un lugar diferente en la profundidad del plano. Los planos más amplios también disfrutan de un espectacular tratado en tres dimensiones.

Pese a lo fastuoso de su paraje, las múltiples secuencias con condiciones climatológicas adversas convierten a “Everest” en una película sombría. Este aspecto es aún más palpable con el uso de las gafas 3D, lo que por naturaleza apaga aún más el color de la película.

En lo que respecta al posible malestar causado al espectador por el efecto 3D, “Everest” dispone del formato tridimensional con suavidad. La cámara funciona y encaja a la perfección con el 3D, con los elementos encajando en el plano tridimensional de forma fluida y sin incidir en ningún momento en la salud del espectador.

La presentación de “Everest 3D” es aceptable, pero no estamos ante una película que pueda ser recomendada como experiencia obligada en tres dimensiones. Aunque la profundidad y suavidad del formato sobresalen en la película, no añade un gran extra a la experiencia del espectador.