El legado de Breaking Bad
Es curioso el efecto que tiene una serie de televisión tras su finalización. En ocasiones presenta un producto tan completo que el boca a boca puede incluso revitalizar la audiencia de la misma en niveles superiores a los de su emisión original.
Ha sucedido con Breaking Bad, cuyos halagos por todos los fans llama la atención a todo aquél que no supiera de ella o dudara que fuera de interés. Breaking Bad acaba de terminar y, aunque el final de una serie nunca es visto igual por todos los espectadores, lo cierto es que sus cinco temporadas conforman uno de los mejores productos del siglo XXI.
Si eres un lector que, como muchos, no ha descubierto esta serie, debes saber que el argumento inicial está muy lejos de atisbar su contenido real. Walter White (interpretado por el conocido patriarca de Malcolm, Bryan Cranston), no tiene una vida fácil. Su trabajo como profesor de química en un instituto no da para mucho, su mujer está embarazada y su hijo sufre una parálisis cerebral. La vida, lejos de tener clemencia, le da un contundente golpe mortal cuando le diagnostican cáncer pulmonar terminal.
Drama, desde luego, no falta. Pero Walter decide tomar las riendas de su vida y asegurar el futuro de su familia. Sin nada que perder, se alía con un antiguoalumno suyo, Jesse (Aaron Paul), para convertirse en fabricantes y vendedores de metaanfetamina. Su droga es buena y muy pura, pero su falta gradual de moral es aún más llamativa. Los camellos y jefes del narcotráfico no consiguen frenar a un personaje que tiene claro que morirá pronto y desea hacerlo a lo grande.
Walter White se va volviendo cada vez más loco y sin ética. Y un loco muy peligroso, que termina transformando totalmente su personalidad hasta límites que pocos personajes en la televisión han alcanzado en una metamorfosis que, valga la pena decirlo, son los guionistas los que más acierto han conseguido implantar en unos capítulos absolutamente inmejorables.
Para los que ya disfrutaron de Breaking Bad viene una mala noticia y otra buena. La mala es que igual que sucediera con series antológicas como Lost (Perdidos), será difícil igualarla o incluso superarla en muchos años. En el aspecto positivo, se ha anunciado un spin-off con el también polémico abogado del diablo, Saúl Goodman.