Crítica de El jardín de Jeannette
Elegante, trágica y muy real, Stéphane Brizé convierte la delicadeza del naturalismo de la obra original de Guy de Maupassant en una magnífica adaptación cinematográfica con una actriz protagonista extraordinaria.
La felicidad y la tristeza de una mujer
El célebre escritor francés Guy de Maupassant dijo: “Amor significa el cuerpo, el alma, la vida, todo el ser. Sentimos el amor cuando sentimos el calor de nuestra sangre, respiramos amor con el aire que respiramos, lo tenemos en nosotros mismo cuando lo tenemos en nuestro pensamiento. Nada más existe para nosotros”. De su firma vinieron obras tan magníficas como ‘Una vida’, que ahora Stéphane Brizé adapta al cine con ‘El jardín de Jeannette’, protagonizada por Judith Chemla, Swann Arlaud, Jean-Pierre Darroussin y Yolande Moreau.
Año 1819 en Normandía, Jeanne, hija del barón Simon-Jacques Le Perthuis des Vauds y de su esposa Adélaïde, sale del convento en el que ha estudiado la secundaria. La joven está llena de sueños e ilusiones, tiene 16 años y es lógico. Pronto, sus padres consiguen ennoviarla con el vizconde Julien Lamare, que goza de mayor rango social. Inicialmente, Jeanne está alegre, va a casarse y formar una familia, sus padres están contentos, ya que, aunque sean gente de posibles, no tienen la posición que sí tiene el vizconde. Sin embargo, la felicidad plena le dura poco a Jeanne, que tendrá de esposo a un hombre miserable, déspota e infiel.
Desolador y real retrato femenino del siglo XIX
La primera película de Brizé triunfa gracias a que el realizador, que también escribe el guion, aunque conjuntamente con la actriz y guionista Florence Vignon, interpreta magníficamente el naturalismo que tenía el libro de Maupassant, escrito en 1883 y considerado su primera novela. De hecho, el cineasta lleva al lenguaje cinematográfico la aclamada obra creando un filme de episodios elípticos que muestran los episodios de la vida de la protagonista desde la ruptura de sus ilusiones hasta el desenlace de su propia vida.
Y esos retales de vida se muestran la tristeza y desolación de una mujer que amó y cuya vida parece condenada al sufrimiento. Brizé trae esa esencia desoladora de la novela de Maupassant, que se inspiró en la ‘Madame Bovary’ de Flaubert para narrar las desgracias de esa noble mujer. A diferencia de la eterna insatisfecha Emma Bovary, Jeanne Lamare sí acepta su destino, como hicieron muchas mujeres de su época. Y es en esa resignación en la que se ve la fuerte crítica que hace el filme al papel al que se le arrinconó a la mujer a finales del siglo XIX.
Judith Chemla, la tragedia convertida en mujer
Además, la película tiene una escenografía exquisita, que recuerda a los cuadros impresionistas de Sorolla o Cézanne en varios momentos, como las escenas alrededor de la playa o en medio del follaje de la Normandía. Aparte está un reparto magnífico, en el que se puede apreciar la delicadeza interpretativa de Judith Chemla, cuya fragilidad y fuerza interior recuerda a la Juliette Binoche de películas como ‘El húsar en el tejado’ o ‘Confesiones íntimas de una mujer’. Chemla transmite a la perfección el sufrimiento y la frustración de la mujer de finales del siglo XIX. A su lado, un estupendo Swann Arlaud en su papel de tirano y miserable marido. Mención especial para dos veteranos como son Jean-Pierre Darroussin y Yolande Moreau, que reflejan a la alta sociedad de la época de Rousseau, especialmente el actor al recrear la figura del padre de familia.
Película elegante, detallista, delicada, llena de alma y sensibilidad y cuidada hasta el mínimo detalle, Brizé debuta en el cine de época por la puerta grande. ‘El jardín de Jeannette’ es un cuidado y triste relato melancólico de la pasión de una mujer. Sin duda, uno de los mejores filmes del año. Cautivadora, la pasión naturalista hecho séptimo arte.
Tráiler español de ‘El jardín de Jeannette‘
Crítica de El jardín de Jeannette
- Dirección
- Guion
- Interpretaciones
- Fotografía
- Música
Resumen
Cautivadora, elegante, delicada y tremendamente melancólica, 'El jardín de Jeannette' es uno de los retratos más íntimos que ha filmado Stéphane Brizé. Judith Chemla se convierte en la Juliette Binoche del siglo XXI.