Crítica de Todos lo saben
La colaboración entre Penélope Cruz, Javier Bardem y Asghar Farhadi, el cineasta iraní más relevante de nuestro siglo que prueba suerte con éxito en el cine español, demuestra la condición todoterreno de los tres en un drama familiar que gira en torno a las viejas rencillas de un pequeño pueblo que salen a la luz. Todos lo saben ratifica tanto el talento del director como su tendencia a repetirse.
TODOS LO SABEN de Asghar Farhadi
El cine español peca de excesiva humildad; que Asghar Farhadi, uno de los directores más prestigiosos del mundo con dos Oscar y un Oso de Oro, haya venido a rodar a nuestro país con equipo técnico y actores locales es una noticia merecedora de mucho más eco en la prensa del que ha tenido; porque no se trata de una película sobre turistas, como Vicky Cristina Barcelona de Woody Allen, sino de una historia ambientada en la España profunda que demuestra el interés de su autor por la cultura y la cinematografía local. Como ha declarado el propio director, la fuerza de los clanes familiares en la sociedad española la acerca, sobre todo en el mundo rural, a los países de Oriente Medio, así que mientras El pasado, la película francesa de Farhadi, la protagonizaban inmigrantes iraníes en Francia, en Todos lo saben el cineasta se ha sentido a gusto trabajando con personajes autóctonos, aunque ello no quita que sí exista una mirada de turista que busca el estudio antropológico en determinadas escenas, en particular la boda que cierra el primer acto de la película, y que el cierto regodeo en lo dramático y el exceso emocional en algunos momentos puede deberse a un cierto efecto de lost in translation cultural.
Secretos y mentiras
El guión gira en torno al secuestro de una joven, pero quien busque un relato policíaco se puede llevar una gran decepción porque al director no le interesa lo más mínimo crear intriga respecto a quién del entorno familiar de la secuestrada está involucrado en el caso, sino que el hilo conductor de la película son las viejas rencillas y secretos familiares que la tensión y el estrés del secuestro van a sacar a la luz. Como es habitual en el cine de Farhadi, nos vamos a encontrar con una familia y una comunidad basadas en un entramado de mentiras y también de verdades de las que nadie habla pero, como anticipa el título, todos conocen o sospechan.
De nuevo el autor muestra su capacidad de retratar personajes con gran humanidad, sin idealizarlos pero al mismo tiempo sin juzgarlos, y de funcionar como contrapunto al maniqueismo habitual del cine comercial con sus héroes perfectos que jamás mienten ni se contradicen. Porque, como ocurre muchas veces en la realidad, el que la verdad se destape momentáneamente no acaba suponiendo que todo cambie y una nueva vida comience como vemos habitualmente en el cine de Hollywood, sino que la red de apariencias y de temas tabú en la que se fundamenta una estructura famliar y social cerrada, como las de un pequeño pueblo de la Castilla profunda no muy distintas a las del Irán que refleja habitualmente el director, simplemente adquiere una capa más y se intuye que, pese a los sobresaltos, todo acabará volviendo a la normalidad.
Farhadi sale por lo tanto airoso del reto de rodar en una lengua que desconoce y una cultura nueva para él y con actores como Bardem y Cruz, estrellas del cine internacional que, una vez más, están impecables; no obstante, a quien conozca su cine anterior es probable que Todos lo saben no le vaya a aportar gran cosa y que abunda en la sensación que ya se había comenzado a notar en El viajante, su película del pasado año, de que es un cineasta que se está repitiendo y tal vez por eso busca ampliar sus horizontes en otros países, sin que por ahora parezca haber encontrado el aire fresco y la renovación que su obra empieza a necesitar.
Crítica de Antonio López
Tráiler de Todos lo saben