Crítica de El arte de volver
Macarena García es la estrella indiscutible de El arte de volver, el debut en la dirección del montador Pedro Collantes, una historia con muchos ecos del cine de autor europeo, en particular del de Éric Rohmer, aunque en un tono más apagado.
EL ARTE DE VOLVER de Pedro Collantes
Hablar de las emociones mezcladas y a veces contradictorias del que vuelve a su ciudad natal tras un tiempo de ausencia es un arranque típico de manual de guionista, puesto que el regreso se va a deber siempre a un conflicto y es una situación muy rica en posibilidades dramáticas.
Una película tranquila con influencia de Éric Rohmer y Woody Allen
Pero en esta ocasión el regreso de una joven actriz a Madrid tras una temporada en EEUU no va a desencadenar ningún misterio ni ningún enredo. El arte de volver, opera prima de Pedro Collantes, sigue esquemas típicos del cine de autor y se centra en llevar a cabo una radiografía de su protagonista y su estado emocional a través de los reencuentros con su abuelo enfermo, con su amante ocasional con el que se cita cada vez que visita a la familia, o con su antigua amiga. No solo son importantes las personas a las que ve sino también a las que no ve; en particular su antigua pareja, con la que no ha conseguido cortar el vínculo emocional y que tiene un gran protagonismo sin llegar a aparecer en pantalla.
Con esto se puede intuir que estamos ante una película sutil, de pequeños detalles, sin grandes catarsis ni emociones fuertes, muy influenciada por el cine francés, en particular por el de las películas de Éric Rohmer, o por el de Woody Allen. No se juzga a la protagonista en sentido positivo ni negativo, sino que hacerlo sería tarea de cada espectador.
En casa del montador, película sin (casi) montaje
Además de cortometrajista, la experiencia previa de Collantes ha sido como montador de varias series televisivas, entre las que destaca la reciente Antidisturbios. Es curioso ver como en casa del herrero cuchillo de palo: el montador al pasar a ser guionista y director ha ideado una estructura narrativa de secuencias largas autoconclusivas con unidad de tiempo y espacio donde el trabajo de montaje ha tenido poco peso y margen de maniobra y que, de hecho, sería bastante fácil de adaptar al teatro.
Se agradece la coherencia interna de la película, que no mete con calzador ningún elemento melodramático para darle más empaque, pero el tono frío y un tanto melancólico del que está impregnada resultaría seguramente más adecuado para una historia de crisis de mediana edad o de reflexión sobre su vida por parte de un personaje más maduro. El cine de Rohmer, casi siempre centrado en personajes jóvenes, pese a su tranquilidad se contagiaba de la levedad y la pasión de quien está empezando su existencia adulta.
La forma más adecuada de tratar a la protagonista de El arte de volver, una jovencita que, en su ignorancia de la vida, cree estar de vuelta de la misma, habría sido seguramente el sentido del humor, aunque ella se tome muy en serio a sí misma, o más bien por ese mismo motivo.
Tal vez con una intérprete menos carismática esta cinta podría haber naufragado, pero la presencia y el savoir faire de su protagonista absoluta, Macarena García, la hace agradable de ver, al menos para quien disfrute de este cine al estilo europeo, basado en el personaje más que en la trama.
Queda, eso sí, como ocurre con el cine de Rohmer, que se especializó en la creación de series como los cuentos morales o los cuentos de las cuatro estaciones, la sensación de película que necesita complementarse con otras para estar completa.
Veremos si, en la siempre azarosa industria española, Collantes consigue consolidar su hueco y seguir desarrollando su estilo. Ojalá El arte de volver no sea un episodio aislado sino el comienzo de algo.
Tráiler oficial de El arte de volver