Crítica de Pompeya

En una sociedad nostálgica donde lo “retro” es la moda, los estudios cinematográficos toman buena nota y poblarán nuestras pantallas este 2014 de cine Bíblico, y como en este caso, Péplum.

Aunque Pompeya como Péplum moderno sólo lo reconocemos por tener a Romanos y a esclavos, ya que carece en su totalidad de aquella magia y grandilocuencia de Espartaco, Ben-Hur, o Quo Vadis. Pero ya no sólo eso, sino que no es ni la sombra de obras del género a pocos años vista, como Gladiador, o Troya.

Paul W. S. Anderson dirige, tras pasarse la última década trabajando en productos de dudoso gusto como la saga Resident Evil, o Alien vs Predator, aunque le concedo el merito y el valor de conseguir que una película como Pompeya, de 100 millones de dólares de presupuesto, luzca como un telefilme de sobremesa durante su primera hora al completo.

Un elenco de protagonistas luciendo palmito entre unas interpretaciones por momento atroces, con un Kit Harington carente del carisma suficiente como para llevar el peso de un supuesto blockbuster como éste, y uniéndose a los últimos trabajos de Aaron Paul que demuestran que el éxito en las series no asegura el triunfo en el celuloide. De todo, lo único que se salva y sólo por poco, es Kiefer Sutherland como el villano arquetípico de la cinta.

Pompeya no sólo esta vacía en contenido y en la capacidad de conseguir empatía, sino que se muestra descaradamente falta del gusto por el detalle. Como muestra, un botón, con un inicio tan “original” mostrando a un niño que ve con sus propios ojos como su familia es masacrada por unos malvados romanos, para buscar venganza 20 años después, eso sí, con esos villanos metidos en manteca y sin haber envejecido el más mínimo ápice (haciendo las cuentas de la lechera, el senador Corbus debería rondar los 65 años cuando se reencuentra con Milo).

Otro merito que hay que otorgarle a Paul W. S. Anderson, es conseguir que una película cuyo final es bien sabido por todos, termine dejando ese aspecto como lo menos previsible de la película, ya que el desarrollo de sus personajes apesta a tópicos básicos desde el minuto uno.

Ni las batallas te emocionan, ni el desarrollo de la cinta te atrapa, y sus momentos climáticos son resueltos con torpeza y sin causar reacción alguna con el espectador, que aguantará entre bostezos al esperado y tormentoso final. Los últimos veinte minutos de película impresionan, sí, y mucho, pero ¿Quién nos devuelve la hora de vida que hemos perdido antes?

Puntuación Final:
1.5 / 5