Crítica de KIKI, el amor se hace
El actor Paco León ha conseguido empezar a labrarse una carrera paralela en la dirección gracias a las dos partes de Carmina, comedias costumbristas y pretendidamente berlanguianas, que supusieron el descubrimiento como actriz de Carmina Barrios, madre del director. En KIKI, el amor se hace, León ha querido desmarcarse de la saga de Carmina en una comedia que trata sobre el amor y el sexo en la pareja —o viceversa—.
KIKI, el amor se hace es un remake de la australiana The little death. En ambas se cuenta la vida de cinco parejas que intentan consolidar su relación mientras hacen frente a sus fetiches sexuales. Pero mientras que en el original había más sutileza e ironía, en la película de Paco León el humor es soez y, al mismo tiempo, con un toque de moderno de Malasaña que a mí me desconecta bastante. Hay que reconocer, no obstante, que hay en esta película más cine y mejores ideas que en Carmina o revienta y Carmina y amén, pero le falta optar por un tono más elegante, lo cual no significa menos gracioso.
Todo en esta película resulta forzado y poco natural a fuerza de pretender justo lo contrario. Los actores, empezando por el propio León, parecen querer decir en cada plano: «Mira qué natural soy, qué encanto tengo». Solo Luis Bermejo (el padre de la aclamada y horrenda Magical Girl), está a lo que tiene que estar. El resto, desde Belén Cuesta hasta Candela Peña, parecen estar a la espera de escuchar el «corten» de León para felicitarse mutuamente por lo frescos que resultan todos.
Es una pena que la comedia “made in Paco León” haya opacado la base, que es el guion original de Josh Lawson. Porque las historias que se nos cuentan tienen, en el fondo, interés y podrían haber resultado convincentes, divertidas y hasta emotivas, pero falla la ejecución.
KIKI, el amor se hace es mejor que las dos Carmina, sí, pero es que eso tampoco era muy difícil. Se queda, finalmente, en una comedia para uso y disfrute de fans de Paco León, que supongo reirán las gracias al director mientras los demás miramos hacia otro lado.