Crítica de Juntos y revueltos
Frank Coraci ya había sabido juntar a Adam Sandler y a Drew Barrymore en El chico ideal, hace más de una década atrás en una especie de comedia romántica. Más adelante encontramos en su filmografía trabajos como Click, con el propio Sandler entre otros. Su última proyección fue la intrascendente Peso pesado, siempre moviéndose en el mismo ámbito, ese orientado a suscitar momentos agradables de risa.
En esta ocasión, el realizador vuelve a reunir a Sandler y a Barrymore para abarcar un target amplio y encuadrarse así en una clasificación definida como apta para todo público. En Juntos y revueltos (Blended) no hay mucha tela para cortar al momento del análisis; se trata de una nueva incursión en lo humorístico que se intercala con algunas pequeñas dosis de romance, nada nuevo bajo el sol.
La historia comienza con una cita a ciegas entre los personajes centrales, los padres solteros Lauren (Barrymore) y Jim (Sandler). La cena fracasa rotundamente, no logran sacar a flote la conversación y sólo coinciden en no querer volver a verse. Tras ese indeseado episodio, ambos vuelven a encontrarse en unas vacaciones familiares, compartiendo una suite en un elegante resort en África, cada cual con sus hijos. Entre el safari y la cotidianidad que los involucra, tendrán que buscar la forma de hacer más amena su estancia.
Si nos enfocamos en las carencias o más bien en los factores negativos de Juntos y revueltos resulta preciso mencionar la intermitencia que porta el desarrollo de la narración en sí misma: esto se da en la dificultad para ocasionar el mismo grado de interés o empatía de acuerdo a las situaciones que se acontecen con el correr de los minutos. Más allá de que la cinta se pase rápido gracias una dinámica ágil y fácil de visionar, es probable que el hecho de que dure prácticamente dos horas sea extenso para lo que tiene por contar.
Olvidémonos de Niños grandes 2 y otras producciones del estilo de humor absurdo que le venían tocando protagonizar a Sandler bajo la dirección de Dennis Dugan; en esta película Adam se desprende de ese rol para encarar un perfil menos frenético, por decirlo de algún modo, llevando un buen feeling con Drew Barrymore, siendo esta una de las cuestiones que funciona como mejor estímulo para el espectador. Existen unas determinadas bocanadas de gags bien logrados, simpáticos y ocurrentes. El aporte de personajes secundarios que intervienen en leves pasajes le da un baño de frescura y renueva los aires para generar risas, aunque no carcajadas.
Entretenida, afable e ideal más que nada para toda la familia, Juntos y revueltos no le trae nada novedoso a un género que vuelve, en este caso, a enseñarnos una historia que si bien no aburre y resulta de sencilla digestión, se percibe previsible e irregular en unos cuantos tramos.
2.5 / 5