Crítica de El secreto de Adaline
La inmortalidad, la eterna juventud, ese ansiado deseo que se ha buscado desde tiempos remotos y que el cine ha plasmado acertadamente más de una vez. ‘El secreto de Adaline’, cuarto largometraje dirigido por el jovencísimo realizador Lee Toland Krieger, es un nuevo intento de darle un enfoque diferente a vivir eternamente, con un punto de vista melodramático y claramente romántico.
Adaline Bowman guarda un secreto, esta bella joven que aparenta tener 29 años realmente lleva viviendo 107. Su lozana apariencia es una maldición para ella. Todo comenzó cuando tenía esa edad y fue víctima de un accidente de tráfico. Debido suceso fuera de lo común, cuando un rayo cae sobre ella, consigue revivir. A cambio, tendrá esa misma apariencia durante toda su vida. Temerosa de que se descubra esta anormalidad, Adaline huirá y cambiará su identidad cada década. Sin embargo, ya después de 80 años de escape y con una hija al borde de la jubilación, conoce al vehemente Ellis Jones, un apuesto galán por el que valdría la pena revelar su identidad.
Pese a lo inverosímil de su propuesta, lo cierto es que el comienzo de la cinta consigue crear expectación en cómo la heroína carga con el peso de la inmortalidad. Y ahí es donde se ve a Blake Lively y su hazaña de convencer de que, pese a su esbeltez, es una mujer de 107 años. Y lo logra, convirtiendo su interpretación –junto a las de Harrison Ford y Ellen Burstyn– en lo mejor de un filme que empieza bien pero que va decayendo poco a poco.
Y es que el guión le da un aura de drama trágico que desemboca en un melodrama propio de las cintas basadas en los best-sellers de Nicholas Sparks y eso le perjudica en todos los sentidos, derrumbando incluso las interpretaciones principales. Adaline podría haber sido una versión femenina de ‘El retrato de Dorian Gray’ y ‘El curioso caso de Benjamin Button’ pero con un enfoque romántico trágico más propio de heroínas como Jane Eyre o Madame Bovary, completamente opuestas y que, con una visión actualizada y moderna, hubieran hecho de esta protagonista un nuevo e interesante concepto de heroína trágica.
Pero no, eso hubiera sido demasiado arriesgado y es más propio del cine de época británico que de una cinta que ambiciona tener buena taquilla. Con lo cual, se convierte en una cinta más al uso de otras no tan diferentes a ella como pueden ser ‘El diario de Noah’, ‘Ojalá fuera cierto’ o ‘La casa del lago’. Un amor imposible que lo puede todo, incluso con la inmortalidad. Ese mensaje es bonito y convencional que, bien llevado, hubiera dado a una cinta notable pero no es el caso. Se agradece que las altas dosis de melaza se hayan guardado para el tramo intermedio, cuando conoce a su galán a ese excesivamente vehemente y algo acosador Michiel Huisman (más conocido por su papel de Daario Naharis en ‘Juego de Tronos’), que es el punto discordante en la parte del elenco, y para su desenlace, que se vuelve predecible gracias a un giro desacertado del guión que convierte a la película en una más del género rosa.
Krieger proviene del cine independiente estadounidense que, pese a sólo tener 32 años, ha conseguido tener el aplauso de la crítica con sus anteriores propuestas. Su salto al cine más comercial hace de ‘El secreto de Adaline’ su cinta más floja hasta el momento. Una historia épica eclipsada por el miedo a arriesgar y que, a diferencia de su protagonista, no conseguirá convertirse en inmortal. Una pena que, con tan interesante comienzo y con una actriz solvente, se convierta en una cinta del montón, aunque gustará a espectadores poco exigentes ya que no es mala experiencia pero sí se antoja que hubiera podido ofrecer algo más.
2.5 / 5