Crítica de Elysium (2013)
Han pasado cuatro años desde que Neil Blomkamp se dejara querer con la entretenida, que no estratosférica, Distrito 9. Aquella, una correcta ciencia ficción donde muchos quisieron ver una obra maestra cargada de mensaje y conciencia, no dejaba de ser una simpática muestra de género a la que, en el fondo, le faltaba mala uva y le sobraban subrayados.
Por desgracia, Elysium viene cargadita de esa conciencia, pero sin apenas compensación, más allá de algún momento de violencia desmedida. Las escenas terrestres son calcadas a las de Distrito 9 y, una vez más, nuestro planeta se ve reducido a la ciudad de Los Angeles.
El guión de la película, firmado por el propio director, hace que el copipega de Oblivion sea el más complejo de la temporada, y las interpretaciones son tan planas como el elenco, especialmente cuando Jodie Foster se limita a soltar sus frases, tan inconexas como las de todos los demás.
Partiendo de la base de que el protagonista nos trae sin cuidado, tanto él como su odisea personal, Elysium encadena una secuencia tras otra, algunas espectaculares, sí, pero totalmente genéricas, hasta llegar a un desenlace sonrojante que se ve venir de lejos.
Es fácil que Sharlto Copley sea lo mejor de una función que quiere jugar en la primera división, pero que se ha colado en esa liga y no debería tardar en descender, al menos, un par de categorías.
Si la ves como un enérgico grito de protesta al parto privado de Penélope Cruz y Javier Bardem, puedes dejarte llevar.