Crítica de Capitán América : El primer vengador
Es una lástima comprobar que películas como Punisher: War Zone (Lexi Alexander, 2008) o Super (James Gun, 2010) pasan desapercibidas mientras que otros proyectos “de envergadura” como Los cuatro fantásticos, Thor, Ghost Rider, Dardevil, Elektra, Superman Returns o Capitán América despilfarran millones en maniobras imposibles que aspiran a ser más de lo que realmente son.
Hace unos meses llegaba a las pantallas el Thor de Kenneth Branagh, y, como era de esperar, la cosa se quedó a medio camino. Pero parecía que la operación Vengadores merecía la espera, que la presentación del asgardiano era un necesario paso, casi en falso, para preparar el terreno al supersoldado patriota, que, se suponía, llegaría con una poderosa fuerza y marcaría el territorio ultimate en la gran pantalla.
Pero eso eran suposiciones y Capitán América: el primer vengador, es otra película de agosto. Vacía, sin fuerza, que parece pedir perdón por no ser más que otro blockbuster y por presentar al enésimo héroe sin máscara caminando por pasillos llenos de humo. Ya sabemos lo que pasa si los blockbusters de verano no están dirigidos por Michael Bay: no hay espectáculo.
Al director de la trilogía robótica se le pueden echar muchas cosas en cara, pero nunca será la falta de ambición y sentido del espectáculo lo que le falte a sus películas, algo que parecía salvarse en el primer Iron Man (John Favreau, 2008) pero no en su segunda parte, algo así como una comedia superheróica sobre la gestión de empresas.
Y no nos engañemos, el mérito del hombre de hierro es de un Robert Downey Jr que se lo pasa en la piel (y el hierro) de Tony Stark, personaje con el que tiene bastantes cosas en común.
Esperemos que en las nuevas aventuras de Sherlock Holmes no pase lo mismo y no se le noten síntomas de aburrimiento y fatiga.
Capitán América es una película a medio gas, sosa, sin carisma, blanda y que no aporta nada nuevo a un género que se encuentra en su momento más delicado.
Joe Johnston, el director de la deliciosa Rocketeer y la incomprendida El Hombre Lobo (que parece que tendrá un reboot apenas un par de años después del remake) no se libra de la culpa, aunque no todo es demérito suyo. Chris Evans es un tipo que funciona en películas como No es otra estúpida película americana, Cellular, The Losers o Scott Pilgrim contra el mundo (la mejor de las tres adaptaciones de cómic en las que ha estado envuelto), pero que divaga en la piel de Steve Rogers, personaje más seco que Johnny Storm o el Jensen de los mercenarios perdedores, y parece estar conteniendo los chistes que pasan por su cabeza en favor de las gracias aptas para todos los públicos palomiteros.
Pero insisto en que lo peor no es eso. Lo peor es la desgana y el esquema de la película, exactamente el mismo que, por ejemplo, el primer Spiderman de Raimi. De hecho, en alguna parte del film, las secuencias son las mismas pero con un personaje diferente. Ruego que alguien eche un vistazo a la persecución del arácnido con el asesino de tío Ben y la compare con la del capi y el espía nazi, porque es la misma secuencia plano por plano.
Todo en la película tiene el estigma de “sálvese quien pueda” y ahí están el Comando Aullador pasando de puntillas y Howard Stark, este sí, pasándolo mejor que el resto y sintiéndose tan canalla como su futuro hijo. Y eso es lo mejor de la película, el hombre del bigotito. ¿Y el traje del capi? Pues casi mola más el que emplean en la farándula propagandística que el uniforme real. Creo que es el primer súper al que le queda grande el traje.
Y sobre el villano, el carismático y ultra cool Red Skull… pues que ahí está diciendo cosas. Otro que pasa de puntillas.
Película descafeinada y sin ambición que, contra todo pronóstico, pierde el mano a mano ante la presentación de Hal Jordan y su anillo verde, mucho más entretenida, colorida, clásica y superheróica que la marvelita. Por eso Green Lantern (Martin Campbell, 2011) me recordaba la inocencia de quien cuenta grandes aventuras desde la humildad (la humildad que te dan 300 millones de presupuesto, ojo) y en plan Richard Donner ante el fast food más descarado e industrial preparado por Tim Story, Mark Steven Johnson… y ahora Joe Johnston.
Ojalá Joss Whedon consiga rodar la mayor aventura de la historia o dejaremos de creer en estos proyectos.
Y, visto lo visto, eso no sería tan malo.