Crítica de La piel que habito

Científicos al borde de un ataque de nervios y venganzas enfermizas adornan la gran película de género que todos esperábamos que dirigiera Almodóvar. En un Toledo futurista, en una finca privada, los acontecimientos se suceden hasta cuando los protagonistas duermen. Mirándose en el espejo de “Los ojos sin rostro”, pero desde los ojos  del director de “Hable con ella”, recuperamos al Banderas intenso y comedido que echábamos de menos por aquí y lo rodeamos de intriga, celos, violencia y un cameo impagable de su hermano Agustín en una de las secuencias más divertidas del año.

Venganza, croquetas y jamón ibérico en una de las propuestas más alocadas y valientes de su director.