Crítica de Drive
La película favorita de Nicolas Winding Refn es La matanza de Texas.
Señoras y señores, les presento al señor danés que se llevó el premio al mejor director en el pasado festival de Cannes. Los tiempos están cambiando.
Drive es, como he leído en un montón de reseñas, una película espectacular, cool y muy molona. Pero hay mucho más que unos créditos rosa fosforito.
La película narra la desventura de un solitario y reservado personaje que se gana la vida como stuntman en películas de acción. Eso por el día. Luego, cuando la ciudad de Los Angeles duerme, pone su amplia experiencia a disposición de atracadores y demás gente peligrosa del mal. Un día se enamora de su vecina y una serie de catástrofes harán que “el conductor” tome cartas en unos turbios asuntos que, literalmente, le salpican. Y lo hará como un personaje de la DC. O casi.
Drive, según su impronunciable director, es un film neo-noir con un toque John Hughes, lo que demuestra que el tipo tiene un gran sentido del humor y referentes, cuanto menos, dispares. Un punto de partida peculiar para adaptar la novela de James Sallis sobre este nuevo justiciero urbano.
Lo que está claro es que la película reformula el thriller negro de toda la vida y lo llena de color y sintetizadores. Nada queda fuera: atracos frustrados, bandas de mafiosos con problemas, mujeres más o menos fatales, persecuciones y, sobre todo, furiosas y sangrientas explosiones de violencia que refuerzan aún más a sus personajes, todos sórdidos y desagradables. Esta violencia es la que termina de confirmar el enorme talento de Ryan Gosling, que contra todo pronóstico se une a la liga de justicieros con mondadientes y/o cerillas, como lo fueron en su día dos iconos del género como el inspector “Tequila” o Marion Cobretti “Cobra”
El reparto de la película es un lujazo y Carey Mulligan, Bryan Cranston, Albert Brooks o Ron Perlman brillan secundando al protagonista-eclipse y aportan emotividad e hijoputismo a partes iguales por las bajoneras calles ¿post-apocalípticas? de L.A.
La banda sonora es alucinante, tanto el score original de Cliff Martinez como las acertadas aportaciones de Kavinsky, Lovefoxxx o College, que acompañan casi la totalidad de unas imágenes hermosamente fotografiadas por Newton Thomas Sigel, habitual del pesado de Bryan Singer. Y ya que hablo de directores pesados, me gustaría dejar claro que salvo las tomas nocturnas y aéreas del skyline angelino poco más tienen en común el director de Drive y el director de Collateral, una película, por cierto, a la que el tiempo está tratando casi tan mal como al resto de su filmografía con la excepción de The Insider, su obra maestra.
En resumen, que además de ser una de las pelis del año, la consagración de un director y el nacimiento de una superestrella estamos ante una peli que gustará tanto a ellos como a ellas, con sus momentos machos y su corazón rosita.
Una obra maestra y una experiencia audiovisual de primer orden.