Crítica de Rosalie Blum
Un delicado retrato de lo cotidiano, una melodía de la sonrisa de una persona melancólica. Un canto de amor a esos pequeños placeres que da la vida, como una buena taza de té o montar en bicicleta. ¡Una maravilla!
Más allá de grandes obras maestras, de taquillazos palomiteros o cine de arte y ensayo, el milagro del séptimo arte puede encontrarse en el día a día, en la delicadeza de lo cotidiano, en la tranquilidad que da el paso del tiempo. Cual si fuese un íntimo poema sobre la vida apacible en una pequeña ciudad a las afueras llega ‘Rosalie Blum’, ópera prima del guionista y periodista francés Julien Rappeneau y basada en la novela gráfica de Camille Jourdy.
La vida de Vincent Machot es muy monótona. Con apenas amigos, la rutina de Vincent es despertarse, escuchar cómo su madre en el apartamento superior de su vivienda le da los buenos días con un golpe en el suelo e ir a trabajar en la peluquería que le dejó en herencia su difunto padre. Su excesiva dependencia a su madre hace que, aunque haya pasado los 30 años, siga siendo muy ingenuo. Tras verse obligado a ir a las afueras para comprar limón y cangrejo en domingo, llega a una tienda de ultramarinos donde se topa con una mujer de mediana edad cuyo rostro le es familiar. Curioso, decide empezar a seguir a la mujer, lo que provocará una serie de divertidas aventuras.
La sonrisa de la melancolía y el paso del tiempo
Rappeneau logra mantener la esencia costumbrista de la novela gráfica, en la que se evoca un amor por el día a día y una apuesta por los propios misterios que puede otorgar la vida. El cineasta, que también firma el guion, lograr traer esas pequeñas alegrías que otorgan una taza de café, volar una cometa o escuchar un grupo de música indie en un pub. Todo ello entremezclado también con la propia melancolía que desprenden sus protagonistas.
Porque ‘Rosalie Blum’, bajo la apariencia de clásica comedia francesa feel-good, esconde una delicada joya dramática en la que se narra la soledad de tres personas, la melancolía que arrastra el pasado y pesa sobre el presente. Sin embargo, el filme, lejos de poner una mayor capa de amargura, opta por mostrar que, pese que las adversidades son muy reales, también lo puede ser la propia felicidad. De ahí, que sus personajes, magníficamente interpretados por Noémie Lvovsky, Kyan Khojandi y Alice Isaaz, logren crear una empatía natural y espontánea con el público, como quien encuentra a una verdadero amigo.
Una perla oculta, magnífica
Además de tener personajes con un trasfondo profundo y complejo, el filme sorprende con una asombrosa narrativa de perspectiva propia de ‘Rashômon’, la obra maestra de Akira Kurosawa. De esta forma, la película tiene tres personajes, tres enfoques diferentes de un mismo evento. Aunque poco a poco vaya desgranándose el porqué de la soledad de sus protagonistas, se guarda al personaje de Rosalie Blum como la guinda de este largometraje de misterios de lo cotidiano, provocando que la cinta sea una propuesta diferente, arriesgada y amablemente realizada.
Con una maravillosa combinación de costumbrismo con intriga, ‘Rosalie Blum’ es magnífica. Un verdadero asombro cinematográfico, capaz de hablar de soledad y melancolía con una sonrisa cándida y alejada de dramatismos impostados y desenlaces azucarados. Elegante y sumamente delicada con lo que narra, ‘Rosalie Blum’ es una joya que debe ser descubierta.
Tráiler español de Rosalie Blum
Crítica de Rosalie Blum
- Dirección
- Interpretaciones
- Guion
- Fotografía
- Música
Resumen
Un verdadero descubrimiento. Una película muestra un drama real con momentos cómicos propios de la vida y de lo cotidiano. Una historia de cómo almas llenas de soledad se encuentran y comparten felicidad. Magnífica.