Crítica de Relatos Salvajes
Aplaudida en el Festival de Cannes y con una promoción grandísima en Argentina, Relatos salvajes se estrena allí para arrasar en la taquilla y calmar la saciedad de un público que se mostraba ansioso por verla desde aquel primer y corto adelanto. Su guionista y director es nada menos que Damián Szifrón, quien supo conquistar a la audiencia con una de las mejores series televisivas argentinas como Los Simuladores, y luego con la brillante Hermanos & Detectives. En materia cinematográfica filmó El fondo del mar y Tiempo de Valientes, esta última una comedia con tintes de acción sumamente entretenida.
Relatos salvajes mezcla el humor negro con el suspenso, con la tensión. No se trata de una película convencional, puesto que en ella se exhibe una media docena de episodios diferentes; ninguno de ellos se conecta con otro. Cada uno de esos pequeños cuentos se vale de la inclusión de importantes actores (como es el caso de Darío Grandinetti, Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia, por citar ejemplos) y además de volcar en la pantalla una serie de situaciones de violencia y descaro ilimitados.
Nuestros personajes, movilizados hasta el hartazgo, saturados y enrabiados al máximo, se descargan contra el sistema, contra la sociedad o contra los sujetos que tengan en su camino y les colmen la paciencia. La adrenalina se apodera de ellos para que asolen con ira una especie de venganza violenta y vehemente.
Una propuesta enérgica, fuerte, desvergonzada y jugada. Única por su capacidad para entretener y a la vez inquietar al observador. Relatos Salvajes apela a la ironía una y otra vez, incursionando sin tapujos y con total desinhibición en lo tragicómico de los hechos que se presentan. En las historias conviven la corrupción, la intolerancia, la desigualdad, la impotencia, el nerviosismo y la irritación de una sociedad que ante lo que considera injusto y/o provocador, necesita actuar, sin medir límites, de forma incivilizada y demoledoramente bestial.
Szifrón, ingenioso y detallista, nos brinda relatos distintos, en locaciones y ramas diversas. En algunos priman los diálogos, en otros la acción. Todos con la particularidad de acarrear la negrura en lo que concierne a método para suscitar risas, como pasaje de comedia elegido para llevar adelante las cuestiones que se desarrollan, siendo algo que funciona gratamente por la unión y la complicidad que genera con el público.
En lo que respecta a lo técnico, es correcto afirmar que se trata de una muy buena producción; la estética y lo sonoro van de la mano en pos de ofrecer una narración netamente llevadera. Como cualquier película episódica, es atinado remarcar que no todas las fábulas son poseedoras del mismo nivel de acoplamiento o de enganche. Probablemente, el capítulo que le toca protagonizar a Ricardo Darín sea uno de los que mayor consenso genere en cuanto a balance general. Tampoco se quedan atrás los que encabezan Leonardo Sbaraglia y también el que lidera Oscar Martínez.
Relatos salvajes vale la pena, es una entrega que le hace honor a su título por la violencia y la crueldad que diseminan sus escenas. Un título que encuentra sus puntos más altos cuando combina la comedia negra con una tensión tan endemoniada como frenética, ácida y escabrosa.
4.5 / 5