Crítica de Mistress America
Noah Baumbach y Greta Gerwig forman una dupla curiosa y excepcional. Comenzaron su andanza juntos en 2010 cuando se conocieron en ‘Greenberg’, cinta que dirigió él y que la actriz protagonizó. Un par de años después, cuando ya se convirtieron en pareja, crearon conjuntamente la notable ‘Frances Ha’, que fue la piedra angular para crear una propuesta más compleja y ambiciosa, se trata ‘Mistress America’, en la que también se puede ver deslumbrar a otra actriz: Lola Kirke.
Tracy es una joven que estudia literatura en la Universidad de Nueva York. Está en su primer año y tiene muchas ganas de participar en grupos, actividades y descubrir nuevas experiencias. Su vida cambiará cuando su madre le diga que va a casarse de nuevo. Será entonces cuando conozca a Brooke, una treintañera aventurera, impetuosa y algo alocada, que se convertirá en su hermanastra cuando la unión de los padres de cada una culmine en la vicaría.
Baumbach vive una época de madurez en la que empieza, con perspectiva, a hacer una revisión de su propia vida adulta cuando tenía 30 y 40 años. Lleva ya desde ‘Frances Ha’ planteando esos dilemas de adultos jóvenes que se encuentran en el incómodo momento de aceptar que ya no se es tan joven.
En su anterior obra, ‘Mientras seamos jóvenes’, ahondó de nuevo en esta problemática vista desde la perspectiva de un matrimonio ya maduro y ahora lo retoma en la imagen de Greta Gerwig, que construye un personaje hecho a sí misma y que resume su vida cinematográfica desde que empezó en el mumblecore ahora que se ha convertido en una de las figuras más relevantes de la industria estadounidense al saber combinar cine autoral con largometrajes con mayor ambición cinematográfica y experimentando con producciones europeas.
Gerwig y Baumbach han firmado un guion en el que sus dos jóvenes protagonistas crean un juego de espejos y rivalidades en el que se muestran las imperfecciones de una adultez inmadura y una aprendiz de esa inmadurez. Gerwig es una treintañera caótica, llena de buenas ideas que son desechas casi al instante de haberlas creado, mientras que Lola Kirke es la ambición hecha estudiante, aquella cronista que narra las peripecias de su mentora.
Con lo cual, el realizador neoyorkino no sólo sigue demostrando un alma propia para la confección de cine independiente, siendo un pupilo habilidoso de Alexander Payne aunque combinándolo con el encanto de la Gran Manzana que tan bien ha sabido retratar Woody Allen.
‘Mistress America’ es una correcta propuesta sobre aquellos niños adultos que enganchan un desastre con un caos. Una película por y para lucimiento de sus intérpretes que lucen cual la nieve en una pista de hielo en el corazón de Manhattan. Una demostración más de que en Estados Unidos todavía hay sitio para ese cine con personalidad, en el que el director y el guionista son los que tienen la última palabra. Elegante y compleja, una de las propuestas más interesantes del año.