Crítica de La clase de esgrima
Nelson Mandela djo: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Para su quinto filme, Klaus Härö, vuelve a hablar de la historia más reciente de la Europa contemporánea. ‘La clase de esgrima’, nominada a los Globos de Oro a mejor película de habla no inglesa y finalista en los premios Oscar en la misma categoría, trae a la vida una historia real, la de Endel Nelis, un esgrimista estonio que convirtió a su ciudad en una de las más importantes escuelas de esgrima del país, en plena Guerra Fría.
Endel Nelis llega a la ciudad de Haapsalu, en Estonia, durante inicios de la década de los 50. Ha ido a esa pequeña villa debido a que huye de la policía secreta soviética puesto que, durante la Segunda Guerra Mundial, fue obligado a combatir junto con el ejército alemán debido a que los nazis invadieron el país. Ahora que la Unión Soviética busca a dichos soldados, que fueron obligados a participar en una guerra que no compartían, para encerrarlos en gulags en Siberia. Nelis encuentra trabajo de profesor de educación física en una escuela del pueblo, pronto fundará un club deportivo en el que les enseñará su gran pasión: La esgrima. Sin embargo, el pasado acecha, y la policía empieza a investigar.
Härö se mueve por terreno conocido con la historia clásica de redención y aprendizaje entre mentor y pupilo. De hecho, este tipo de relato se ha visto varias veces recientemente, ejemplos son ‘La profesora de historia’, ‘El profesor de violín’, ‘La lección’ o ‘Profesor Lazhar’. No obstante, esta película guarda más relación con ‘Los chicos del coro’, la aplaudida película de Christophe Barratier está ambientada en una época similar y los niños, como el profesor, viven las horribles consecuencias de lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial.
Y es ahí donde Härö sabe dar las mejores puntadas. Resulta increíble que el realizador finlandés capte de manera tan precisa la gran desazón que vivió Estonia durante la Guerra Fría, soportando al férreo gobierno soviético bajo sus espaldas. Aunque lo que es más increíble es que, en España, coincida casi por fecha de estreno con la magnífica ‘1944’. Elmo Nüganen trajo recientemente uno de los dramas bélicos mejor filmados del cine europeo más reciente y, lo que resulta curioso, es que Endel está en la misma situación que muchos de esos soldados que fueron obligados a combatir en una causa que les era ajena.
De hecho, ‘La clase de esgrima’ podría ser tranquilamente una secuela de ‘1944’. Eso sí, se aprecia la firma de Härö en lo referente a la historia, género en el que se ha sentido más cómodo en su filmografía. La figura del profesor, que en sus enseñanzas llega a su propia reconciliación consigo mismo y al sacrifico por su labor, está magníficamente plasmada por Märt Avandi, el actor estonio es comedido en su forma de interpretar a este héroe del día a día, un hombre que reprime sus sentimientos, que finalmente opta por entregarles a los niños sus enseñanzas, como forma de legado.
Además, Härö muestra la tiranía del gobierno soviético, uno de los mejores momentos es cuando el propio pueblo realiza un acto de sutil rebeldía al dejar que sus hijos sigan aprendiendo esgrima, en contra de los deseos del cínico director de la escuela. El realizador no escatima en enseñar fehacientemente los malos usos de los soviéticos, aprovechando para dar a conocer cómo era el día a día de la gente tras el telón de acero. Sin duda, un ejercicio didáctico que va a tono con la película.
Quizás ‘La clase de esgrima’ peque de académica o de predecible en algunos momentos, en ese sentido ‘Cartas al padre Jacob’ fue mucho más equilibrada. No obstante, su franqueza a la hora de abordar su propia temática, así como su propósito de convertirse realmente en un material divulgativo, hacen de este filme una propuesta coherente e ideal para disfrutar y conocer realidades del resto del continente europeo, algo que siempre será necesario.
Valoración de 'La clase de esgrima'
- Dirección
- Interpretaciones
- Guión
Resumen
Härö convierta una lección de historia en una magnífica película. Parca y austera en diálogos, apuesta por las miradas y silencios, en los que se perciben las propias dudas de su protagonista. Extraordinaria.