Crítica de El Francotirador (American Sniper)
A Clint Eastwood no le tiembla el pulso. Tampoco a Bradley Cooper en el papel de Chris Kyle, el protagonista de esta historia, un tejano con el récord de muertes como francotirador del ejército norteamericano. Y sobre la vida de este personaje se centra El francotirador (American Sniper), un drama bélico que llama la atención del público y sobre todo de fanáticos del octogenario director. Se trata, además, de una de las nominadas a Mejor Película para los Oscar 2015, por lo que su visionado cobra todavía un poco más de importancia para quienes siguen de cerca los galardones.
El Francotirador hace su apertura valiéndose de una escena que engancha y mantiene un interesante grado de tensión. A partir de allí intercala situaciones y nos traslada con habilidad, a través de flashbacks, a instancias que marcaron la infancia de Chris Kyle, algo que el realizador emplea para conocer la formación de quien luego se embarcaría como Navy SEAL durante cuatro peligrosas misiones en Irak. Es cierto que quizás no todas las secuencias que nos lleven a tiempo pasado funcionen con la misma fuerza; mientras algunas son necesarias, otras ventilan pequeños aires de densidad, generando tal vez una leve recaída en el relato.
Eastwood expone los acontecimientos con la misma firmeza que lo ha sabido distinguir a lo largo de su filmografía y, a raíz de lo que vuelca a la gran pantalla, deja abierto el debate para que cada cual tome una posición específica y crea lo que esté dispuesto a creer. Si El francotirador es una historia patriótica o panfletaria (como muchos insisten e insistirán en remarcar), será uno de los ejes de discusión a la hora de conversar sobre la proyección. El director de Million Dollar Baby parece no tomar partido en una ubicación puntual y simplemente se aboca a enseñarnos lo acontecido con los diferentes matices que constituyen a la narración.
Bradley Cooper (nominado a Mejor Actor para los Oscar 2015), acaba brindándonos una actuación sumamente creíble y a la vez conmovedora, a base de miradas que dicen mucho y estados de ánimo que fluctúan conforme a las circunstancias en las que se ve implicado. Su personaje, el de Chris Kyle, es abordado cuidadosamente por la cantidad de cambios que sufre y que aquejan su cotidianeidad. El coraje, la presión, el arrojo, así como también el miedo, la angustia, la desesperación y la paranoia conviven a lo largo de sus idas y vueltas entre el escenario bélico y el del encuentro con su familia.
Si bien El francotirador se vale de dramatismo, acción y nervio, es la segunda parte del desarrollo del film la que se hace más llevadera y la que se percibe mejor lograda. Con muy pequeñas irregularidades, estamos en presencia de otro buen trabajo de Clint Eastwood, aunque no se acerque a sus obras más trascendentes.
3.5 / 5