Crítica de La chica Danesa
Tom Hooper ha labrado su fama y prestigio, alcanzado a raíz de El discurso del Rey, especializándose en películas biográficas. Isabel I en la miniserie Elizabeth I, el entrenador de fútbol Brian Clough en The Damned United (su mejor film), o el Rey Jorge VI en la antes citada El discurso del Rey. Solo su fallida adaptación del musical Los Miserables rompió esta tendencia de Hooper a plasmar en la gran pantalla vidas reales.
En La chica danesa Hooper nos cuenta la historia real de Einar Wegener, pintor danés que se convirtió en la primera persona transexual (documentada al menos) en el primer tercio del siglo XX. Y aunque a priori La chica danesa podría parecer una película de las que se las ve venir desde que empiezan hasta que terminan, no es así. O tal vez sí, pero en este caso no molesta. Hooper tiene tal talento visual y sentido del ritmo, que a los veinte minutos de película uno olvida la sensación inicial de que sabe todo lo que le van a contar, para centrarse en disfrutar de una película magistralmente filmada e interpretada.
Con Eddie Redmayne también se repetía en este caso la sensación antes descrita. “Bueno, aquí tenemos al nuevo fenómeno de la escena británica, el nuevo camaleón capaz de transformarse tanto en Stephen Hawking como en una mujer transexual”. Y sí, Redmayne hace exactamente eso, pero con una sabiduría interpretativa tal, que evita caer en la caricatura que un papel de estas características podría haber llevado a otro actor sin su talento. Es probable que Redmayne no gane este año el Oscar a mejor actor al haberlo ganado el año pasado por La teoría del todo, pero tampoco sería en absoluto descabellado que sucediese a Tom Hanks (Philadelphia/Forrest Gump), como ganador de dos Oscar a mejor interpretación consecutivos.
Redmayne se transmuta totalmente en Lili Elbe, y su mirada, su economía de gestos, recuerda a otro de los más grandes trabajos actorales de los últimos 25 años, el de Meryl Streep en Los puentes de Madison. Pero al nivel de Redmayne, o puede que más aún por ser un papel menos agradecido, esta la sueca Alicia Vikander, interpretando a la pareja de Einar/Lili. La actriz dota de emoción y presencia a un personaje que bien podría ser en realidad la protagonista del título. Porque La chica Danesa es la historia del viaje de Einar para convertirse en Lili, pero también el de su mujer Gerda para acompañarle en el camino y demostrarle su amor más allá, literalmente, de toda condición.
Hooper es un maestro del encuadre, sabe aprovechar al máximo la belleza de los escenarios en los que rueda, recuerda a Lean o a Minghella (que a su vez recordaba a Lean) en esto. El uso de grandes angulares para primeros planos, la composición de los planos generales y el majestuoso uso del scope, hacen del cine de Hooper un disfrute siempre, da igual que nos este contando la historia de un excéntrico entrenador de fútbol o las clases de logopedia a un futuro Rey. Su talento para colocar la cámara en ángulos a veces forzados dota a su cine de un estilo personal y reconocible.
La chica Danesa es una película con aspiraciones de llegar al gran público, y aunque en este sentido podría acusársela de ser demasiado académica, de arriesgar poco, es una película de indudable belleza y con una carga emotiva que deja poso al salir de la sala. Una película además que cuenta una historia necesaria, la de las personas con disforia de género. Probablemente no arrase en la temporada de premios, pero sin duda merece estar nominada en todas las galas. Como Marte (The Martian), pero eso es otra historia…
4 / 5