Crítica de St. Vincent, con un enorme Bill Murray y poco más
Theodore Melfi lanza lo que significa su primer largometraje, en el que se vale de la presencia de un trío actoral principal reconocido, dentro del cual destaca con honores Bill Murray, acompañado de Melissa McCarthy y de Naomi Watts.
St. Vincent resulta una comedia dotada de algunas circunstancias más bien tragicómicas que por momentos vira hacia el drama. Poco más de 100 minutos de metraje para una proyección que, si bien es llevadera a grandes rasgos, tropieza con sus irregularidades para mantener el entretenimiento de forma constante.
El joven actor Jaeden Lieberher encarna a Oliver, quien tiene mucha participación en la historia al conectarse y pasar bastante tiempo de su día junto a Vincent, ese viejo cascarrabias que compone Murray. Este oficia como una suerte de “niñero” del muchacho, quien cotidianamente al salir de la escuela queda solo hasta que su madre (McCarthy) regrese del trabajo a la noche. En esa oposición dada entre la edad y entre el carácter de uno y otro sujeto se comienza a forjar un extraño vínculo amistoso. Vincent, además de su malhumor, posee problemas que lo vinculan al juego y a vicios tales como el alcohol. Sumado a ello, acarrea cada vez más deudas.
St. Vincent es una película que suma algunos puntos extra debido a las actuaciones. Es la enorme interpretación de Bill Murray la que le permite sacar un plus a la hora del puntaje final. No hay nada que se presuma demasiado novedoso o que no se haya visto en este relato de amistad entre generaciones y personalidades sumamente diferentes. Theodore Melfi narra los acontecimientos con un pulso afable hasta la primera mitad del film, pero luego, casi inevitablemente, las cosas empiezan a decaer y el ritmo se ralentiza al ponerse más énfasis en las cuestiones dramáticas (algunas funcionan realmente bien, otras se perciben buscadas a la fuerza).
Más allá del nivel interpretativo central del protagonista, es atinado mencionar que el resto del reparto realiza una buena labor. Jaeden Lieberher cumple con lo que requiere su papel; Naomi Watts, esta vez como “una dama de la noche” o de compañía, parece ser siempre garantía. Por otra parte, Melissa McCarthy por fin se aleja de personajes histriónicos, histéricos y nerviosos como los que compuso en Identity Thief y en The Heat para volcarse al rol de una madre divorciada, preocupada y un poco golpeada por las vueltas de la vida.
St. Vincent no sorprende ni innova. Amena sobre todo en su inicio, encuentra dificultades en su desarrollo, producto de lo conocidas que se hacen las situaciones que exhibe. Una cinta que gana cuando se habla de actuaciones y que pierde por la cantidad de lugares comunes que posee y por su previsibilidad.
Tráiler de St. Vincent
3 / 5