Crítica de Retratos de familia
John Ruskin comentó: “Una noche, cuando aún estaba en los brazos de la niñera, quise tocar la cafetera, que estaba hirviendo alegremente. La cuidadora quiso evitarlo pero mi madre dijo: ‘Déjale que la toque’. Y lo toqué, y esa fue mi primera lección del significado de la libertad”. Ganadora de la Cámara de Oro en la 66ª edición del Festival de Cannes y presentada en el 51 Festival de Gijón, llega por fin a pantallas españolas ‘Retratos de familia’, ópera prima del singapurense Anthony Chen.
Año 1997, la familia Lim vive cómodamente en Singapur gracias a la prosperidad en los respectivos trabajos de los progenitores. Debido a que la madre se encuentra embarazada y, al no poder dejar el trabajo debido a los muchos despidos que hay en la empresa, decide contratar a Teresa, para que se haga cargo de las labores del hogar así como también de Jiale, el hijo de la familia, un niño travieso y rebelde que comete muchas faltas en casa y en el colegio. Pese a ser una relación complicada al principio, la relación entre la niñera y el pequeño se vuelve más cercana, que llega a tener un vínculo afectivo fuerte. Pero la crisis financiera llega al país, y con ella, la inestabilidad económica familiar.
Chen ha dirigido y escrito una interesante cinta sobre el día a día de una familia de clase media de los años 90 singapurense. Al igual que en el resto del mundo, el crecimiento de una clase media con posibles ha permitido que la gente tenga una vida más descansada, el contratar a una mucama es una muestra de ello. El realizador tira de experiencias personales para contar una, aparente, entrañable historia sobre la conciencia de los actos cuando se es pequeño. Sin embargo, el cineasta le da un barniz amable a un drama familiar donde se ve cómo reaccionan ante estas situaciones los diferentes miembros del clan.
El comportamiento rebelde del niño sí se explica, sus padres –pese a preocuparse por él académicamente– están ausentes inmersos en sus trabajos o, en el caso del padre al perderlo, en su propia decepción personal. Pero no sólo está el drama familiar, además, se cuenta la historia de Teresa, Terry, la chica filipina que ha venido a cuidar el travieso Jiale. La joven tiene su propia historia, no es fácil ser inmigrante. Chen ha sabido mostrar con exactitud esas dos formas de vida. Terry es una joven que, clandestinamente, debe también trabajar en una peluquería para poder ganar más dinero, tiene un hijo en Manila y quiere lo mejor para él.
Esa realidad el realizador lo ha sabido mostrar con respeto y cariño. Porque, pese a ser situaciones realmente dramáticas (con algún intermezzo trágico), Chen no pretende mostrarlo de manera gris o triste. La caída del bienestar familiar es tratada sí, pero con luces y una fotografía iluminada, no con desesperación. El realizador sabe utilizar sus influencias, la cinta recuerda vagamente a Hirokazu Kore-eda y su ‘De tal padre, tal hijo’, incluso a Juan José Campanella y su ‘Luna de Avellaneda’.
Actuaciones precisas, cuidado trato de lo relatado, ‘Retratos de familia’ es un pulcro debut de un realizador que puede aportar su visión sobre el costumbrismo de su país. Una historia interesante que demuestra que, pese a existir barreras culturales, son universales y capaces de llegar al corazón de espectadores de cualquiera nacionalidad. Una obra notable y elegante.
4 / 5