Crítica de MS1: Máxima Seguridad (2012)
Durante la década de los noventa el subgénero carcelario de ciencia ficción nos regaló alguna pequeña joya con grandes directores tras ellas: Escape de Absolom (No Escape, 1994) venía firmada por Martin Campbell mientras Stuart Gordon estrenaba Fortaleza Infernal (Fortress, 1995)
Con un poco de aquí y un poco de allá, al bueno de Luc Besson, mecenas del nuevo cine de acción europeo, toma prestado el perfil granuja de Serpiente Plissken para crear a Snow, antihéroe clásico (dentro del subgénero carcelario de ciencia ficción) que ha sido acusado de un crimen que no ha cometido y bla bla bla.
Guy Pearce funciona como héroe de acción aunque el hecho de que su personaje solamente haga chistes, unos mejor que otros, hace que a ratos sea un poco cargante. Pero ojo, la película funciona desde la primera secuencia, con unos créditos estupendos y con una primera secuencia vertiginosa que termina con una modesta persecución a toda velocidad en el único momento en el que se nota que el presupuesto no es el de una superproducción americana.
Stephen St. Leger y James Mather debutan en la dirección y escriben el guión junto a Besson, llenándolo de chistes y de referencias cachondas, como cuando el personaje de Pearce, ante las dificultades de la misión, afirma no ser Houdini para poder esfumarse. Recordemos que el actor dio vida al mago en El último gran mago (Death Defying Acts, 2007)
Entre los actores secundarios, todos conscientes del divertimento en el que están participando, destacan el siempre eficaz Peter Stormare o Lennie James, además de la rubia Maggie Grace, esa especie de Amber Heard para películas con menos pretensiones y el lunático interpretado por Joseph Gilgun, la revelación de la floja tercera temporada de Misfits.
Es una pena que el argumento se parezca tanto al de la maravillosa segunda película de Serpiente Plissken, porque habría sido una estupenda aventura para el héroe creado por John Carpenter.
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