Crítica de El hombre sin pasado (2010)
El hombre sin pasado hace que Man on fire parezca de Ridley y no de Tony Scott. La segunda película de Lee Jeong-Beom –tras Cruel Winter Blues, 2006- que arrasó hace dos años en Corea y llevó a más de seis millones de espectadores a los cines llega por fin a nuestro país sin que se note en absoluto el paso del tiempo, y eso que un par de años en el terreno del cine de acción es mucho tiempo.
Al igual que su ópera prima, Ajeossi narra la amistad imposible entre dos almas atormentadas en un mundo que no puede patearles más el culo: Tae-shik –Bin Won- es un prestamista vago y callado que tiene su negocio en el bloque de edificios donde vive la pequeña So-mi, la hija de una bailarina exótica drogadicta que liará la de dios al robar un alijo a unos mafiosos hiperviolentos y esconderlo en casa de Tae. De repente nos encontramos con unos villanos que parecen salidos del tebeo más loco de Garth Ennis y que se dedican a la venta de droga… a través de niños previamente robados. Y en ese momento el héroe decide desatar el infierno al utilizar los métodos adquiridos en un pasado que nadie imaginaba.
Ajeossi se sostiene en las brillantes interpretaciones de todo su elenco, en especial el de los dos protagonistas, bien secundados por una unidad policial que aporta humor y por una pareja de hermanos histriónicos que consiguen aterrorizarnos a pesar del exceso de sus interpretaciones y métodos. Tampoco se queda atrás la atmósfera sórdida que ambienta la historia, pero como era de esperar en un producto de estas características, la fuerza del film radica en sus alucinantes secuencias de acción, donde el director no escatima en violencia y hemoglobina, pero tampoco en golpes de genio –el plano secuencia en el que Cha salta por la ventana y la cámara le sigue- y coreografías directas y rápidas.
Una agradable sorpresa que podremos ver en los cines a partir del cuatro de mayo, que distribuirá en dvd y bluray Cameo y que también podrá verse en Filmin.