Crítica de Carmina o revienta (2012)
Carmina o revienta supone muchas cosas además del debut del polifacético Paco León en la dirección cinematográfica. Supone plantar cara a la industria de la crisis y arriesgarse para hacer llegar un trabajo absolutamente personal a todos los espectadores posibles. A los clásicos, a los modernos, a los vagos y a los listillos: todos tendrán acceso al juego de realidad ficticia que propone el sevillano y, además, por un precio justo y razonable. Solamente por ese valor, por esa forma de plantar cara a una industria que, entre dudas más o menos razonables -menos que más-, languidece casi tanto como la televisión pública actual, tiene asegurado el aprobado.
Pero hay mucho más en esta escasa hora y diez minutos de metraje. Paco León agarra a su madre y a su hermana y las planta delante de la cámara para jueguetear con la memoria familiar y acercarla a un docudrama ficticio que por momentos se desvía hacia el drama criminal familiar de Animal Kingdom o, si me apuras, Mamá Sangrienta, aunque nunca de manera tan radical como en aquellas.
Las interpretaciones de las mujeres León son tan naturales que uno es incapaz de saber si están sincerándose con la cámara -tal y como lo harían en un diván- o están jugando contigo, y eso es tan difícil de lograr que sería injusto pasarlo por alto. A pesar del triste discurso de Enrique González Macho, tan trasnochado como las actuales emisiones de Televisión Española (Curro Jiménez o Ana y los siete. Sí, Curro Jiménez y Ana y los siete), aún podemos creer que un nuevo cine y una nueva distribución son posibles, puesto que dos de las mejores y más valientes apuestas del año en el panorama nacional, como son Diamond Flash o esta Carmina o revienta, cuentan con el respaldo de plataformas como Filmin y otras vías de vídeo.
Algunos tiempos muertos pesan demasiado en un metraje tan escaso, pero diálogos como el de Carmina con su amiga en la terraza bien merecen el precio de la entrada. O del dvd. O de la descarga.