Crítica de Blancanieves y la leyenda del cazador (2012)

Rupert Sanders debuta a lo grande con una espectacular adaptación del universo de Blancanieves que, sin llegar a ser la película de la temporada, sí supone una muy grata sorpresa debido a la oscuridad y violencia predominantes en el relato. Aquí hay bruja mala, (espectacular Charlize Theron) muy loca y muy violenta que necesita el corazón de la joven fugada (Kristen Stewart) y para ello contrata los servicios de un cazador (Chris Hemsworth AKA Thor), que descubrirá la inocencia de la joven y terminará ayudándola en su huida.

Lo que diferencia a Blancanieves y la leyenda del cazador del resto de adaptaciones es su oscuridad y un tono que, por momentos, se adentra en los terrenos del cine de terror sin ningún remilgo (esa primera visita al bosque) o en el fantástico de Legend y Willow, con criaturas de colores, hadas y mucha luz.

Y hasta ahí todo más o menos bien hasta la inevitable llegada de unas acentuadas caídas de ritmo y un guión demasiado endeble por intentar rizar el rizo constantemente, lo que además supone sobrepasar unas dos horas de metraje que pueden llegar a hacerse largas debido a la seriedad con la que la película se toma a sí misma por culpa de un guión firmado por los responsables de films tan poco “divertidos” como Drive, Un mundo perfecto o Las cuatro plumas.

Lo positivo, además del sobresaliente aspecto visual y de la fotografía de Greig Fraser (Killing them softly), es el momento en que los protagonistas se encuentran con los enanos del bosque, todos ellos interpretados por estupendos actores británicos que se lo pasan en grande haciendo el enano: Nick Frost, Toby Jones, Ian McShane, Ray Winstone o Bob Hoskins levantan la película con su divertida aportación, cargando de humanidad a sus personajes.

Viendo la potencia que demuestra en algunos de sus pasajes, Blancanieves y la leyenda del cazador decepciona al soltar el acelerador para complacer a todos los públicos y ese detalle termina jugando en su contra, pero sería de necios no reconocer la enorme calidad y belleza que desprende durante gran parte del metraje y no aplaudir su valiente y arriesgada oscuridad. Recomendable y casi adulta.