Crítica de Ahora me ves (2013)
El peinado emo que luce Jesse Eisenberg y su barbita de rufián definen la esencia de Ahora me ves, un divertimento que en manos más capaces o algo más exigentes, podría haber convertido la trama de esta especie de Tamariz’s eleven en la sorpresa del verano.
No estamos ante una mala película, y probablemente sea el trabajo más digno de su director, Louis Leterrier, responsable de odas al aburrimiento como Furia de Titanes o El increíble Hulk, pero algo no termina de hacer que la trama despegue, a pesar de no aburrir en (casi) ningún momento.
El casting está bien elegido: la belleza de Shosanna, el carisma de Harrelson, el buen hacer de Ruffalo, Isla Fisher apretada y Freeman y Caine haciendo (otra vez) de ellos mismos, dan lo mejor de sí, pero la historia, que parece querer contar el truco más grande jamás contado, rápidamente se dedica a deshacer cada uno de sus golpes con una manía persecutoria que ni encaja ni se hace querer.
La resolución, con un tercer acto lleno de gente explicando cosas a otra gente, hace que finalmente uno deje de preocuparse por cuál será la siguiente sorpresa. Menos mal que entre medias la cinta ofrece un par de buenas peleas (¡¡peleas de magos!!), sumado al interés por los trucos de los protagonistas, llevan a buen puerto al espectador que no busque más que un rato agradable.