Crítica de After Earth (2013) – Review II
Hace casi una década que M. Night Shyamalan empezó, no sabemos muy bien por qué, a perder su mojo. Después de la extraordinaria El Bosque, el director se arriesgó con proyectos más personales y bastante menos empáticos de lo habitual. El incidente y La Joven del agua, sobre todo esta última, a pesar de tratar temas habituales del director como el apocalipsis de lo cotidiano, no conectaron con el público ni con gran parte de la crítica, que llevaba unos años esperando el tropezón del director de El Protegido y poder sepultarlo para la eternidad. Su siguiente proyecto, Airbender, fue un sonoro fracaso crítico que logró tapar un detalle importante: recaudó más del doble de su presupuesto.
After Earth, basada en una historia de Will Smith y que probablemente tenga algún eco de la iglesia a la que pertenece, es otro intento de taquillazo al que tanto el público como la crítica ha dado la espalda de forma automática y recelosa. Pero lo que en Airbender era impostado y forzado de cara a un blockbuster, es decir, firmar el encargo de un producto en el que lo último que necesitas es que se reconozcan tus méritos tras la cámara, en After Earth se aprecian, por fin, muchos de los pequeños detalles que hicieron de Shyamalan uno de los directores más importantes de la década pasada.
La cámara vuelve a insinuar, los actores (muy bien los Smith, aunque papá Smith se haya quedado con cara de leyenda) vuelven a contar anécdotas terrenales bastante aterradoras, los insertos del pasado funcionan de manera ejemplar como reflejo del dolor y la emoción aflora de manera natural, tanto en la relación entre padre e hijo como en el (re)descubrimiento de un planeta Tierra que, desde que fue abandonado por todo ser humano, va mejor que nunca.
Ciencia ficción de la de antes, de la que podía permitirse el lujo de parecer una clase de natu, emocionante y emocional, que, a la espera de la secuela de la tripulación del Enterprise, se erige como la aventura extraterrenal de la temporada, muy por encima de productos más artificiales y fríos como la reciente Oblivion.
Ojalá el mundo le devuelva el saludo a un director que aún tiene cosas que decir.