Crítica de A propósito de Llewyn Davis
Atención a la segunda o tercera juventud que viven Joel y Ethan Coen. Después de cosechar aplausos unánimes por dos de sus piezas más aburridas, No es país para viejos y Quemar después de leer, los hermanos decidieron cambiar de rumbo hacia un cinismo menos impostado pero tan eficaz o más que todo el que han manejado a lo largo de su filmografía.
La trilogía que forman Un tipo Serio, Valor de ley y su último trabajo, A propósito de Llewyn Davis, es una de la más sensatas y eficaces de toda su carrera.
La película, la vida en círculos sobre el abismo y la fatalidad del joven cantante Folk que da nombre al film, puede que sea una de las historias más pesimistas de la próxima temporada y de los Coen, pero los directores y guionistas manejan con tal sabiduría ese sentimiento que la única forma de ver y apreciar una película como Inside Llewyn Davis es, precisamente, desde el otro extremo. Acompañaremos al desgraciado Davis en un viaje sin principio ni final, durante una semana, en busca de mejor suerte y menos desgracias, a pesar de saber que no hay remedio y que la vida folk era eso.
Los Coen llegan a conocer tan bien ese sentimiento, esa vida y esos personajes, que a pesar de estar abocados al fracaso, el sentimiento que predomina durante el visionado es el de felicidad es plena.
Pero no vayamos a ponernos fatalistas, que hay mucho más que mala vida y road trip de la bajona en la película.
Para empezar, el papel de Oscar Isaac, que debería estar en todas las quinielas de todos los premios otorgables, cantando y poniendo el alma a un personaje del que no podrá despegarse en toda su vida y que cuesta creer que no se trate realmente de él mismo.
También la excelente labor de Bruno Delbonnel (Across the Universe, Amelie, Dark Shadows) en la fotografía es infalible, y logra que nos olvidemos del detalle de que la fotografía de su película anterior venía recogida por Roger Deakins. Aquí, el trabajo del francés recoge y transmite el ambiente gélido, real y metafórico, en el que se desenvuelve nuestro nuevo cantante favorito.
Probablemente el secreto mejor guardado de la película sea su excelente banda sonora. De hecho, sin la gloriosa selección musical no habría película. Pero las canciones no serían nada sin unos intérpretes a su altura, de ahí que cuando el protagonista va mal, lo refleja en sus actuaciones. Pero también cuando va bien. La ejecución de Please, Mr.Kennedy es uno de los momentos más divertidos y gratificantes del año, ya lo veréis. Y es que los diálogos del film son marca de la casa, llena de ataques verbales y situaciones absurdas pero dolorosas: todo está lleno de vida, ni más ni menos.
El mejor resumen que puedo hacer de la película, como ya dije en alguna parte, es que si estamos condenados a caminar en círculos alrededor del fracaso eterno y la desgracia, al menos que nos acompañe un gato que ronronee.