Crítica de Anomalisa
Charlie Kaufman, el director, junto con Duke Johnson, de esta Anomalisa, es uno de los cineastas más personales del cine americano. Suyos son algunos de los guiones más originales de los últimos veinte años. Cómo ser John Malkovich, Adaptation o el guión de la espléndida Olvídate de mi, por el que ganó el Oscar, le situaron como uno de los popes del cine independiente USA.
En 2008 Kaufman debutó en la dirección con la interesante pero desapercibida Synecdoche, New York. Ahora nos llega su nueva película como director, Anomalisa, que a pesar de haber obtenido una mención especial del jurado en el último Festival de Venecia y varias nominaciones a los Independent Spirit Awards, es probable que también se quede fuera del foco del gran público. Y la verdad es que no lo merece, porque Anomalisa es una película arriesgada, original y dolorosamente veraz en su tratamiento del amor y la condición humana.
Una mirada profundamente nihilista sobre el deseo y la necesidad del ser humano de encontrar el amor y la incapacidad de lograrlo, de encontrar una voz amiga y distinta a las del resto de la humanidad con la que empatizar. En una arriesgada pero a la postre acertadísima decisión, Kaufman otorga a todos los personajes (exceptuando a los dos protagonistas) de la película la misma voz sin importar su aspecto ni sexo, todos tienen el mismo doblaje. Porque Anomalisa es una película de animación, con un estilo además muy personal que recuerda a títulos como Fantastic Mr.Fox, pero pasada por el tamiz de David Lynch. Su guión es tan adulto, y la realización tan adusta al tiempo que detallista en la recreación de ese hotel en el que se desarrolla la historia, que uno se olvida a los cinco minutos de que está viendo un filme de animación.
Kaufman impregna el guión de algunos destellos puntuales del humor absurdo que carateriza sus libretos, pero son solo pequeñas válvulas de escape que concede al espectador en una historia marcada por una visión profundamente pesimista. Anomalisa es como el reverso tenebroso de Olvídate de mi, una película mucho menos epatante y barroca que aquella, y con una visión de las relaciones humanas desesperanzada.
Un excelente filme que deja poso y que gana conforme el espectador la va reposando y pensando. Una película bella y poética, cine de animación para adultos de verdad, y no esas frases hechas que se suelen decir sobre si las películas de Pixar son en en realidad más aptas para los mayores que para los niños. Tres urras por Charlie Kaufman.
4 / 5