Vuelven los héroes al cine de acción. El público no
¿Qué está pasando con el cine de acción?
Sylvester Stallone se empeñó en devolvernos el género perdido con sus dos entregas de Los Mercenarios, que han recaudado más dinero fuera de los Estados Unidos, donde la segunda parte no llegó a los 100 millones y la primera los sobrepasó por poco.
Arnold Schwarzenegger ni siquiera recuperó la (pequeña) inversión de la fantástica El último desafío, que por la razón que sea, ejemplifica que el cine de acción, si no tiene una sobredosis de efectos generados por ordenador, chicas en tanga y persecuciones idiotas, no funciona. Y resulta paradójico que la última entrega de La Jungla de Cristal, muy pobre, pero también muy desenfadada, haya recaudado el triple fuera del mercado local.
Aún así, es digno de elogio que estas buenas gentes, que nos han educado durante la infancia, no pierdan las ganas de seguir recuperando las sensaciones olvidadas. Así, en menos de dos semanas, la estrella de Rocky volverá a nuestras pantallas con una película dirigida por otro coloso olvidado, Walter Hill. Sly y Hill llevan una vida deseando trabajar juntos, pudo ser en Límite 48 horas, que finalmente interpretarían Eddie Murphy y Nick Nolte, así que la ocasión merece una oportunidad.
Una bala en la cabeza es una adaptación de una novela gráfica de Alexis Nolent, y en algo más de un mes ni siquiera ha llegado a los 10 millones de dólares USA, lo que hace difícil que la fiebre por producir este tipo de cine de acción violento y adulto vaya a prosperar.
Por desgracia, los factores que impiden que la gente se acerque a este tipo de cine siempre estarán ahí molestando. La crítica letal, y el pensamiento rancio de la mayor parte del público norteamericano, que busca culpables constantemente aquí y allá, apoyados en una cadena de acontecimientos lamentables que, pase lo que pase, siempre culparán al séptimo arte (o a los videojuegos) del daño irreversible que la violencia pueda causar en las cabezas y comportamientos de personas con problemas de salud mental. Uno de los últimos y más preocupantes ejemplos de todo este asunto es el de Gangster Squad, una película que tuvo que rehacerse después de los fatídicos acontecimientos acontecidos durante el estreno de la última entrega de Batman en un cine de Colorado.
De momento, mientras Marion Cobretti sigue fichando estrellas de los buenos viejos tiempos para su tercera aventura mercenario, compartirá aventura con Arnie en la esperada (digo yo, ¿no?) The Tomb, boxeará entre risas con De Niro en Grudge Match y ultima el drama Reach me. Por su parte, el ex-gobernador de California tiene a punto Ten, un drama de acción del temible David Ayer, y prepara nuevas secuelas de Los gemelos golpean dos veces, Terminator y Conan.
Veremos si la presumible escasa taquilla impide que alguno de estos apetecibles proyectos llegue a buen puerto. Ojalá que todo vaya bien, porque el piloto automático del espectáculo, salvo honrosas excepciones, lleva más de una década instalado en el negocio.