Sinister, A fantastic fear of everything … Sitges 2012
Aqui va nuestro penúltimo análisis sobre el Festival de Sitges 2012 …
Scott Derrickson no consiguió sobresaltarnos demasiado con El exorcismo de Emily Rose, una peli de posesiones demoníacas que se parecía más a Boston Legal que a El exorcista. Con Sinister, Derrickson entra de lleno en el territorio mainstream del horror con una película que abusa de clichés rancios y malas decisiones horteras, pero que consigue crear una atmósfera inquietante desde la primera imagen. Entretenido e irregular film para aterrorizar el box office de una manera algo más digna de lo habitual.
A fantastic fear of everything es una película muy pequeña que dirige Crispian Mills, líder de Kula Shaker, ayudado por Chris Hopewell. Kula Shaker era una banda que lo petó en los noventa con dos discos de pop-rock que incluían temas en sánscrito. Por eso todo lo bueno y todo lo malo de la película se entiende si uno es conocedor del Govinda o el Tattva, deliios cool de un artista tirando a nomal. Simon Pegg produce y luce en esta comedia negra sobre un escritor con serios problemas mentales. Se deja ver, pero abusa de clichés que dejaron de ser modernos hace tiempo.
Sorprende que una película como Beberian Sound Studio se vaya de vacío en un festival como el de Sitges, aunque sorprende menos cuando el jurado premia películas como la horrible Chained. Peter Strickland vuela nuestras cabezas con una película de horror dentro de una película que incluye otra de horror en off. Brillante ejercicio de amor al género de terror italiano, BSS contiene los mejores créditos -falsos- que hemos visto en esta edición. Una suerte de Blow Up muy loco y sensorial lleno de detalles gozosos para audiencias entregadas y que se dejen llevar. Genial.
Cuando uno entra al Auditori a la una de la madrugada dispuesto a ver un festín de plástico y prótesis como el que anuncia Dead Sushi, no puede evitar sentir una profunda decepción al comprobar que Noboru Iguchi -Robo-Geisha, The Machine Girl-, un tío muy divertido y bajito, entrega un film con sangre digital y efectos especiales paupérrimos que, por momentos, parecen amateurs. Dead Sushi tiene un par de cosas buenas: el título y que se termina. Un chasco.
Algo falla en Hotel Transylvania. Puede que algún diseño equivocado, las canciones feas y el mensaje tiren por tierra un buen trabajo de frenesí animado lleno de guiños y algún momento delirante. Genndy Tartakovsky, el cerebro detrás de Las Supernenas, El laboratio de Dexter o Samurai Jack, tropieza en algo tan apetitoso como este vehículo a la salud de Sandler & Samberg, donde nadie termina por coger el tono. No es una pérdida de tiempo, pero sí una oportunidad perdida.