Análisis Serie Person of interest 4×06 Recap: Pretenders

Person of interest regresa con otro episodio apasionante esta semana. La serie de acción, drama y misterio más futurista de la pequeña pantalla continúa con la historia de la Máquina, Reese y compañía, después de un episodio realmente revelador. ¡Alerta spoiler!

En plena calle, el cuerpo sin vida de Abel Mindler yace sin vida después de su suicidio. Reese, sin embargo, se encuentra en un restaurante peleando con un hombre armado. El dueño, un tal Wendell Majoki, se había acostado con la mujer de su casero y allí había aparecido él para vengarse. John no tiene descanso, momentos después llama Finch con un nuevo número de otra persona de interés, Walter Dang (Erik Jensen).

Persona de interés

Shaw entra a trabajar –como tapadera- en un sitio nuevo, Witherton, una empresa de seguros. Allí es donde trabaja esa persona, Dang. Y no es el único, en la mesa de al lado tenemos a Elena Mindler (Michaela Waters), hermana del suicida del principio. Ella está extrañada de que no dejase ninguna nota y Walter le asegura que está trabajando en eso”. Shaw escucha extrañada, ¿trabajando en eso? Bueno, están en una aseguradora… ¿Algo así? El hombre oculta algo: tiene varios teléfonos, y se marcha rápidamente.

Mientras Reese persigue a Walter, Finch debe viajar a Hong Kong por motivos de trabajo y pide a Shaw que se quede al mando, lo que no parece suponerle ningún problema. Dang llega a un hotel muy sospechoso, lugar desde donde saltó Abel y empieza a analizar el lugar, buscando algo. Además John descubre que tiene un arma, y Shaw que es ilegal: no está registrada. ¿Estará intentado destruir alguna prueba? ¿Crear alguna falsa?

En Hong Kong, a Finch le sale a una fan. Beth Bridges (Jessica Hecht) estaba deseando conocerle, el artículo que va a presentar está totalmente equivocado. Resulta ser una hater de Harold. Al final consiguen llevarse bien y todo, y mientras van caminando por la ciudad, les atracan y se llevan sus maletines. Puede parecer algo sin importancia, pero Beth quiere llamar a la policía y toda la documentación de Finch es… algo dudosa. El problema es grande.

Nunca es lo que parece

Shaw descubre que lo de Abel pudo no ser un suicidio. Hay una testigo que aseguró en el informe haber escuchado gritos de varios hombres antes del suceso, aunque después admitió que iba bebida. También encuentran algo sospechoso: Dang tiene en poder una tarjeta de telefonía que perteneció a Abel, sin embargo, no intercambiaron ninguna llamada nunca. Con quien sí hablaba es con Banks Van Hess (Oliver Henzler). Banks trabaja en el puerto, y llamaba a Abel para preguntar sobre una entrega, pues era camionero. Tiene sentido, ¿pero después por qué Walter se dirige a ese mismo puerto?

Cuando llega allí y le intercepta un guarda, se presenta como el detective Jack Forge y pregunta por Van Hess. “¿Qué te parece, Reese? No eres el único que se hace pasar por policía.” El guarda le deja pasar, y Dang descubre a Banks en serios apuros. Dos encapuchados le están duchando en gasolina mientras le preguntan sobre algo, que el repite no saber dónde está. Los encapuchados le matan, entonces aparece ¿Jack Forge? y les pide detenerse, pero no le hacen caso y termina escondido. No por mucho tiempo: Reese le golpea y le saca de allí. ¿Qué pasó? ¿Qué buscaban? ¿Qué investiga el detective de mentira?

Reese decide hablar de policía a policía con Jack. Una conversación muy profunda: ni él se llama Jack ni ninguno es policía. Les cuenta que sigue una pista, y Fusco le da cuenta de la relación entre sus casos. Un camión de la empresa de Abel está desaparecido. Forge –o Dang- se siente algo importunado y a la mínima sale corriendo de allí. Shaw descubre que todo el lío del transporte se trata de un asunto de armas.

Asustado por unas llamadas, Walter sale del trabajo y entonces es secuestrado y metido en una furgoneta. Pocos metros más tarde, es liberado por Reese y Shaw. Está claro que el asunto es muy importante, a Shaw la escena le recuerda a Kabul. Ya en un lugar seguro, se encuentran con Fusco. El arma enorme es un prototipo: hay 100 más como esa por la ciudad, y no saben quién las tiene. En Hong Kong, Finch recuerda los caracteres rotulados en la moto del atracador, que resulta ser un repartidor de comida, y se propone recuperar sus cosas junto a Bridges.

Un tipo de Chicago

En comisaria, unos hombres intentan –de nuevo- secuestrar a Dang. ¿Qué le pasa a la gente con este hombre? John lo vuelve a impedir, eso sí, identifica a esa gente como parte de la gente de Elias. La cosa de complica. Reese va a verle y resulta no tener especial interés en el contrabando de armas: está preocupado por la repercusión en sus negocios de que alguien las tenga por ahí repartidas. Él solo es culpable del segundo intento de secuestro de Walter, el otro intento fue cosa del proveedor de las armas, un tipo de Chicago. Este hombre sobornó a Van Hess para pasar las armas a Nueva York, y éste a su vez contrató a Abel para transportarlas, que al saber qué llevaba, abandonó el camión.

Cuando fueron a preguntarle a Abel, al intentar huir, cayó y murió; pero si después de eso van detrás de Walter no es porque sabe dónde está el camión, sino porque tiene el teléfono de Abel. Así que ahora todos quieren a Dang, porque todos quieren las armas. El teléfono es un GPS hacia el lugar. Mientras se encuentra con Fusco, logran –al fin- capturar a Dang. Incluso hieren a Reese, que intenta impedirlo. ¿Pero quién? ¿Elias? ¿El de Chicago?

Shaw les guía hasta donde está Dang siguiendo el teléfono de Abel. Allí se encuentra el camión y, justo cuando los hombres de Chicago van a matarle, aparecen Reese y Fusco que, con ayuda de Elias, consiguen recuperar las armas. Walter incluso salva a John, al interceptar una bala que iba para él.

Armado con un paraguas y a la puerta del restaurante, Finch golpea en el casco al motorista, recupera sus cosas y sale pitando del lugar. Para no tener al resto del equipo cerca, lo cierto es que se las ha apañado bastante bien.

Al final del capítulo vemos como Elias se encuentra con Dominic, ¡cuánto tiempo!, y le comenta que no le subestima. Pero que la ciudad es suya. También descubrimos que el atracador de Finch y Beth estaba contratado por Harold para quitarle el portátil e instalar algo en él, pues Samaritan está muy interesado en su trabajo. ¿Qué curioso, no? Todo estaba planeado, una serie llena de sorpresas.

Opinión

De este capítulo destacaría varias cosas. La primera, sin dada, es la conversación que mantienen Finch y Shaw acerca de la inmortalidad en internet cuando quieren descubrir el contenido del móvil de Abel. Todo está en internet, y todo nos sobrevive. Es algo que va bastante unido a la trama principal de la serie y como la Máquina no tiene ningún problema para danzar por la nube.

Otra cosa que me ha gustado es la referencia de Walter a la voz de Reese. Es algo que llevo yo preguntándome hace mucho, ¿por qué razón? ¿Se cree Batman? Dang llega muy lejos en la doble vida de John, incluso sabe lo del equipo y, al final, tiene que prometerle que no dirá nunca nada. “Total, tampoco me iban a creer”. Para los próximos episodios, se advierte una guerra entre Elias y Dominic, sin cuartel. Los negocios de ambos empiezan a interferir, una lucha por la influencia en Nueva York. Queda saber en qué lugar deja eso a la Máquina, y cómo actuará el grupo en consecuencia.

Por último, el asunto de Finch me ha sorprendido bastante, y seguro que aquello en lo que trabaja Beth no solo ha llamado la atención de Samaritan, sino también de Harold. Un algoritmo que puede revolucionarlo todo y que puede cambiar por completo las reglas del juego en Person of interest.

Puntuación: 8