Friends – Series de televisión imprescindibles

La mítica serie de televisión de los años noventa, creada y producida por Marta Kauffman y David Crene, fue, es y será un fenómeno televisivo insuperable e inolvidable. No importa el número de veces que se haya visto un capítulo o una temporada, al igual que una canción favorita, que nunca puedes dejar de escuchar, el mando a distancia frena en seco ante el canal que esté reponiendo, por milésima vez, una de las mejores series cómicas de la historia de la televisión.

Rachel Green (Jennifer Aniston), Monica Geller (Courteney Cox), Phoebe Buffay (Lisa Kudrow), Joey Tribbiani (Matt LeBlanc), Chandler Bing (Matthew Perry) y Ross Geller (David Schwimmer) afrontaron las situaciones cotidianas de la vida desde un punto de vista irreverente, cómico, modesto, siempre infantil y tan real, que consiguieron lo imposible, dentro de un mundo eternamente efímero y superficial, conquistar la fidelidad de la audiencia para siempre.

Como todos los genios y fenómenos que han existido a lo largo de la historia en el mundo del arte, del cine o de la música, no hay una ciencia exacta que pueda desvelar el secreto o el porqué de su éxito. Es todo y nada. Lo extraordinario sucede, así sin más, de repente, solo una vez, con la certeza absoluta de que no volverá a repetirse.

Actores, directores y guionistas con la suerte de la mano, y el viento de la providencia a su favor, estuvieron en el momento justo y en el lugar adecuado, para reunir a más de 50 millones de estadounidenses frente a los televisores de sus casas para seguir día a día, año tras año, las aventuras y desventuras de un grupo de veinteañeros que tienen que enfrentarse a los problemas y preocupaciones de la edad adulta, viendo el vaso siempre medio lleno.

Analizando la serie desde diferentes puntos de vista, los espectadores y fieles seguidores de la comedia más veterana de todos los tiempos, se pueden hacer una idea aproximada de cómo nació y se creó al genio. Un lienzo en blanco de actores jóvenes, guapos y desconocidos, que en poco tiempo crearon tendencias y eran imitados en todo el mundo. Guiones impresionantes, estudiados al milímetro, donde cada capítulo, como las piezas de un puzle, encaja a la perfección uno con otro, sin perder en ningún momento la trama inicial de la historia y en la que todos los personajes con el mismo peso dentro de la acción, sin destacar a unos por encima de otros, están siempre perfectamente conectados y sincronizados. Si a esto le añadimos unos gags escritos por las mejores plumas cómicas y un sentido del humor, para todos los gustos, donde la ironía es el plato fuerte de la carta, y reírse de uno mismo la constante que marca las tragedias de los personajes, porque hacerlo, reírse de los problemas, relativiza la fatalidad y beneficia la salud, nos encontramos con una maquinaria revolucionaria de engranajes perfectos.

Friends, el Cometa Hally de las series, es grande y brillante porque todos nos hemos identificado en algún momento con alguno de sus personajes y la manera disparatada en la que resuelven los problemas, haciendo que nos sintamos menos ridículos, y por ende, mucho mejor; porque nos habla de nosotros mismos y sobre cómo todo en la vida al final siempre tiene solución. Una serie en la que vimos evolucionar y madurar personal y profesionalmente a sus personajes, al mismo tiempo que lo hacíamos nosotros, olvidando las preocupaciones, encontrando soluciones,  y con la certeza de que por muy loco, raro, extravagante, caprichoso tonto o maniático que fueras siempre habría un amigo que tendería su mano y estaría ahí para ti. Sin lugar a dudas, una de las series de televisión imprescindibles.