El Ministerio del tiempo Temporada 2 Capítulo 4 Análisis: “El Monasterio del Tiempo”
El capítulo de esta semana de El Ministerio del Tiempo, el cuarto de la segunda temporada, ha sido uno de esos episodios que hacen que te rías a carcajada limpia con los comentarios y las situaciones que viven nuestros protagonistas. Si ya decíamos que Pacino era una acertada incorporación, verle junto a Angustias en una misión les ha hecho merecedores del título de “dúo cómico del año”.
En este duodécimo capítulo de El ministerio del tiempo titulado “El Monasterio del tiempo”, Amelia y Pacino viajarán hasta el año 1808 acompañados por Angustias con la misión de adentrarse en el convento de Santa Clara de Tordesillas, el mismo en el que se encuentra preso por las tropas de Napoleón un antepasado de Adolfo Suárez. Si quieres saber al detalle lo sucedido, sigue leyendo pero ¡¡alerta spoiler!!
Misión salvar a Adolfo Suárez
Al Ministerio ha llegado una información que avisa de que la abadesa del convento de Santa Clara de Tordesillas que debía evitar la muerte de tres prisioneros de las tropas napoleónicas ha fallecido antes de tiempo. El gran problema es que uno de los presos, acusado de espiar los movimientos franceses en la zona, se trata de un antepasado de Adolfo Suárez y si muere, el futuro presidente del gobierno y pieza clave en la transición política de España, no nacerá.
Con el objetivo de evitar que sea ejecutado, Salvador indica a Pacino y Amelia que deberán hacerse pasar por una monja y un cura para acceder al convento. Sin embargo, Amelia es demasiado joven para hacerse pasar por la abadesa delante de Napoleón, ¿quién podría ocupar ese puesto? Pues la elegida no es nada más ni nada menos que Angustias, la secretaria de Salvador, que cumple con el perfil indicado para participar en la misión.
A pesar de su negativa inicial, tras comprobar el aprecio y la confianza que le tiene Salvador, Angustias acepta hacerse pasar por la abadesa e incluso ha estudiado toda la vida de Napoleón para no fallar en la misión. Así pues, con el atuendo apropiado, los tres viajan hasta el convento en Tordesillas en la Navidad del año 1808. Nada más llegar conocen a las monjas que allí habitan y a los soldados de las tropas napoleónicas, incluido un mariscal que parece haber echado el ojo a Pacino.
Sin embargo, Pacino no es el único que ha logrado levantar pasiones en el convento, el antepasado de Adolfo Suárez se ha enamorado de Amelia y planea dejar a su mujer, que está embarazada y con la que debería asegurar el futuro del presidente. Además, Pacino no tiene más remedio que ejercer de cura en la misa del gallo, al mismo tiempo que Angustias nos deleita dando el cante con su “maravillosa” voz. Por si fueran pocos problemas, Angustias, en un primer encuentro con Napoleón, lo único que consigue es enfadar al emperador y que la encierren, por lo que ahora no podrá mediar para conseguir el indulto de los tres presos.
Adaptarse al siglo XXI
Tras la llegada de Pacino, el Ministerio decidió cederles un piso en la Madrid actual a él y a Alonso. Ambos comparten piso desde hace bien poco y ninguno termina de adaptarse a las nuevas tecnologías y circunstancias que ahora les rodean. Aunque Pacino procede de los años 80, por aquel entonces no conocían lo que era Internet ni habían visto en su vida un teléfono móvil o un mando a distancia. Por su parte, Alonso se encuentra como un pez en el desierto y no sabe muy bien cómo proceder.
Mientras Pacino se encuentra en la misión en Tordesillas, Alonso disfruta de un par de días para terminar la mudanza al piso nuevo. Cosas tan simples para nosotros como una tostadora, la luz de la nevera que se enciende cada vez que la abres, un grifo con agua caliente o fría, un microondas o una lavadora son auténticos misterios para un hombre del siglo XVI, donde en la vida, ni el más lunático de por entonces, habría imaginado cómo podría llegar a ser la vida diaria en el siglo XXI.
Sin dejar de sorprenderse por los numerosos avances que se han producido desde su época, Alonso tiene que decir ahora qué estilo de ropa es el que más le convence. Con la ayuda de Ernesto, Alonso nos deleita con un pase de modelos, sin embargo, parece que los modernos atuendos no son de su agrado y no termina de sentirse a gusto con traje y corbata, camisas ajustadas y pantalones ceñidos. A pesar de todo, tiene que aceptar que no le queda otra si quiere vivir en 2016, pero eso sí, ¡que a nadie se le ocurra tocarle ni un solo pelo de su melena!
Sólo fracasa el que no lo intenta
Cuando parecía que la misión iba a fracasar por completo, la patrulla se pone en contacto con Salvador para comunicarle los cambios de planes. Para ayudarles, Alonso viaja hasta el convento para conseguir que los prisioneros puedan escapar antes de ser ejecutados. Dicho y hecho, logran salir del convento y poner en libertad al antepasado de Adolfo Suárez, consiguiendo así que la Historia siga su curso tal y como está escrita.
No obstante, por su propia cuenta, Angustias ha conseguido ganarse el favor de Napoleón y que el emperador acepte perdonarles la vida a los tres presos, dato que el resto de la patrulla conoce demasiado tarde. Aunque han avanzado bastante, Alonso convence a los fugitivos para regresar al convento, haciéndoles creer que había pactado con Pacino una señal si lograban que Napoleón les dejara en libertad –lógicamente no iban a confiar en él si les enseñaba un teléfono móvil-.
De regreso en el convento, después de que Pacino haya dejado inconsciente al guardia que vigilaba la puerta donde estaban encerrados los presos, el mariscal acude hasta el lugar para comunicarles que Napoleón ha cambiado de opinión y ya no van a ser ejecutados. Aprovechando el “aprecio” que el mariscal tiene por él, Pacino cuenta una menterijilla para que nadie sospeche que los prisioneros habían escapado, saliendo de escena en un guiño a la película Casablanca -qué bonita relación nos hemos perdido-.
Con la misión cumplida tras salvar el futuro de Adolfo Suárez, la patrulla regresa al Ministerio y la alegría por haber salvado la Historia una vez más desaparece de golpe al ver a Susana Torres ocupando el despacho de Salvador. Por si fuera poco el impacto de saber que su jefe ha sido despedido, Susana llega dispuesta a cambiar las cosas en el Ministerio, una amenaza que veremos cómo afronta la patrulla en los próximos episodios.