Dirigido por… Michael Bay

Ahora que la gran mayoría se frota las manos con su reciente patinazo en la presentación de un nuevo modelo de supertelevisor Samsung en el CES de Las Vegas, donde se quedó sin teleprompter y abandonó dicho acto, es el momento de rendir homenaje a Michael Bay, el hombre que este verano pondrá patas arriba la taquilla mundial con Transformers: la era de la extinción.

Michael Bay llegó a Hollywood desde los videoclips y decidió montar la marimorena con su debut, la divertida (aunque no perfecta) Dos policías rebeldes (Bad Boys, 1995) hace casi veinte años. Apoyado en el carisma de Will “el hombre de los cien millones” Smith y su química con Martin “el hombre que sale a correr con bolsas de basura y luego le dan jamacucos” Lawrence, la película, con un escueto presupuesto de 19 millones de dólares, recaudó más de 140 en todo el mundo. Además, empezó la relación con Jerry Bruckheimer (y con Don Simpson, que fallercería poco después), con permiso de Joel Silver, el mecenas de la acción con mejor ojo del mundo.

Los resultados, satisfactorios para todos, lograron que producción pusiera bastante más dinero que en su anterior peli para rodar uno de sus trabajos más respetados: La Roca (The Rock, 1996) Nicolas Cage y Sean Connery lían la de dios en Alcatraz intentando parar los pies al villano de la función, Ed Harris. Sus 75 millones de presupuesto, cuatro veces el de su ópera prima, se convirtieron en más de 335 millones de recaudación. Y Michael Bay se hace un hombre de la industria en un pís pás.

Dos años hicieron falta para estrenar Armageddon (1998), una de las cintas más parodiables de su carrera, pero también un éxito colosal y una aventura tremendamente entretenida (con participación de JJ Abrams en el guión). Con un reparto de campanillas y 140 millones de dólares de presupuesto, la película recaudó más de 500. La crítica empezaba a tomarse a cachondeo tanto ralentí, tanto patriotismo frenético y tanto videoclip. Y lo que faltaba.

Con Pearl Harbor (2001) llegaría el primer fiasco de Bay. La película, de más de tres horas de duración, es un bonito pero insoportable y mal interpretado ejercicio de ambición que se le va de las manos desde el primer minuto. Sin alma ni carisma, la peli, con todo, casi multiplica por cinco su enorme presupuesto. Bay siempre gana.

Como pidiendo perdón, el director se mete en faena reclutando a las dos estrellas de su primer trabajo y rueda la que posiblemente sea la película de acción más alucinante del siglo pasado: Dos policías rebeldes 2 (Bad Boys II, 2003), que con 130 millones de dólares recauda algo más del doble. Excesiva, explosiva y muy divertida, la cinta es una de las cumbres de la carrera de Bay. Aparatosa hasta para los gags visuales, Dos policías rebeldes dos huele a dinero.

En 2005, Michael Bay estrena una fallida ciencia ficción. La Isla (The Island, 2005), floja aventura en la línea de la scifi más aburrida de los setenta, flojea también en taquilla, sobre todo en casa, donde fracasa y apenas recauda su presupuesto con la ayuda del mercado internacional.

A partir de entonces, los problemas económicos de Bay, si es que tuvo alguno en algún momento, desaparecerán para siempre con la llegada de la colosal e irregular, aunque siempre resplandeciente Transformers (2007), algo así como una película imposible, pero absolutamente real. Con (casi) el mismo presupuesto de la secuela de los bad boys, Michael Bay hace magia apadrinado por Spielberg y revienta la taquilla, recaudando más de setecientos millones de dólares, de los que la mitad son americanos.

Su secuela (y absoluta pieza clave del género y de su carrera, obra maestra absoluta) Transformers: La venganza de los caídos (Transformers: revenge of the fallen, 2009), se llevó casi novecientos millones y la tercera, la película clímax, más de mil cien millones de dólares.

Antes de volver a las aventuras transformistas con un nuevo elenco, Michael Bay decidió tomarse un respiro y rodar con cuatro perras (20 millones de dólares, que es menos de lo que costó El Mayordomo<, por ejemplo) y sin cobrar (tampoco lo hicieron sus estrellas), su visión de unos hechos acontecidos en Miami hace unos pocos años. Dolor y Dinero, una de las mejores películas de la temporada pasada, es un esquizofrénico ejercicio de Goodfellas a través de los ojos fluorescentes de Bay. Una diabólica pesadilla en clave de comedia negra bastante violenta que no dejó a nadie indiferente y que quitó más de una careta y algún que otro bozal contra el cine de su director.

Ahora toca sentarse a esperar que el verano llegue pronto para disfrutar de las nuevas aventuras de sus locos cacharros transformables.

Aquí te esperamos, Mike.