Better Call Saul Temporada 1 Capítulo 10 Recap: Marco
Con este décimo capítulo de Better Call Saul, la primera temporada de la serie llega a su fin. Recuerdo que habrá –como mínimo- una segunda tanda de episodios por venir. En esta ocasión, vivimos un vaivén de sentimientos, emociones y Jimmys, entre lo que se espera de él y lo que esperamos todos. Un capítulo cargado de simbolismo y una ruptura, al fin y al cabo, entre un futuro incierto, un presente hastiado y un pasado que siempre vuelve. ¡Alerta spoiler!
Chicago
Este season finale que los llaman, empieza con un flashback. Porque en este episodio vamos a descubrir algunas cosas del pasado de James McGill. La vida de Jimmy en Chicago era totalmente distinta. En este capítulo el flashback nos muestra los últimos instantes de James en la ciudad. En un oscuro bar, McGill entra a despedirse de su amigo y compañero de fatigas (y timos) Marco. El señor que da nombre al episodio, interpretado por Mel Rodriguez, es aquel que aparecía tirado en un callejón episodios atrás en el timo del Rolex falso.
James no solo se está despidiendo de Marco, se está despidiendo de él mismo. Trabajará con su hermano Chuck, en su bufete de abogados, en Albuquerque. Su paso por el calabozo parece haberle escarmentado, aunque Marco asegura, cual premonición, que las personan no cambian. Y McGill no es una excepción.
Howard
De vuelta al presente, las cosas están como se dejaron en el capítulo anterior. Después de desenmascarar los sentimientos de su hermano, Jimmy se ve abocado a actuar en consecuencia y decide rendirse. En HHM, le cuenta a Kim su decisión de pasar al bufete el caso de Sandpiper. Howard se muestra agradecido con James. Ha resultado ser mejor persona de lo que ha aparentado desde el episodio uno. Le asegura a McGill que Chuck tiene mucho peso en el bufete y que él no quería que todo sucediese así. Yo le creo, fíjate.
Sea como sea, Howard le entrega a Jimmy su parte del dinero, y le asegura que vendrá más, cuando el caso se resuelva. James también tiene algo para él: la lista de la compra de su hermano. No puede salir de casa, así que Howard tendrá que encargarse de que alguien le lleve las cosas, el hielo, los periódicos. Parece que McGill no es rencoroso, después de semejante traición.
Bingo
La vida de Jimmy continúa, y lo hace en el bingo. Es una manera de pasar el tiempo y darse a conocer como abogado entre su –anciano- público objetivo. Sin embargo, el azar, el sonido del bombo y los últimos sucesos hacen colapsar a James, que decide poner tierra de por medio. ¿Y adónde va a ir sino es a Chicago? Eso sí, antes de irse nos brinda la oportunidad de conocer por qué dejó su antigua ciudad.
Resulta que, un tan agustito McGill, fue a encontrarse con Chet, un señor que se había acostado con su ex mujer (primera noticia de su existencia) y no se le ocurrió otra cosa que hacer cosas feas encima de su coche. La cosa podría haber quedado en nada de no ser por los contactos del tal Chet. Y que sus hijos estaban, a desconocimiento de Jimmy, dentro del coche. Aquello le costó una denuncia por acoso sexual. Y parece que, hasta ahora, una deuda de por vida con Chuck.
Marco
La siguiente escena ya es en Chicago. Evidentemente, en el bar donde, evidentemente, se encuentra Marco. Han pasado 10 años, y el cambio de estilo y vida en James parece no haberse producido en nada más. Como si durmiese en formol, un idéntico pero una década más viejo Marco abraza a su amigo de malicias. Y la típica puesta al día: la madre de McGill murió, él no se acercó a saludar, etcétera. Chuck hizo romper a James con su pasado, y eso le incluía a él. Pero como si de una conjunción astral se tratase, Jimmy se ve cara a cara con su antiguo yo. Y se ponen a prueba.
Ante la presencia de un señor con pinta de buena posición, no tardan nada en montar un nuevo truco, por los viejos tiempos, valiéndose de una moneda. James trata de vendérsela a Marco, asegurando que vale mucho dinero. Éste contacta con un inexistente familiar que le asegura que la compre, a toda costa. Obviamente, el señor entra al trapo, desembolsa una suma importante, y desaparece de allí como el rayo con una moneda falsa. El truco está hecho, la promesa a su hermano rota y el viejo McGill parece más cerca que nunca.
Rolex
La siguiente semana deparará a la pareja muchos otros timos, en una espiral de trampas y trucos y viejos recuerdos. Sin embargo, la multitud de mensajes en el contestador hace despertar momentáneamente a Jimmy, que se acuerda de repente de sus clientes, de su carrera y de su nueva vida de decencia y desconsuelo. Debe de volver. Y parece que sí, que está a ello, pero Marco es una persona insistente (su antigua vida le tira mucho más), y adivinad qué, todavía le queda un falso Rolex por casa. Llevan una buena racha, lo repetirán una última vez. Y nunca mejor dicho.
Yo no sé si será el karma, que tengo el don de la clarividencia o que estaba claro que esto iba a pasar. Pero pasa. Cuando están en pleno truco, cuando Marco se tiene que hacer el perjudicado en aquel callejón de los viejos tiempos, se muere. Como suena, como se lee. Se muere ante el desconcierto de James y el mío. Se muere en el callejón, entre un charco y un contenedor, con el falso Rolex en la mano. Y este suceso parece sacar a McGill de su burbuja todavía con más fuerza que la traición de Chuck.
Jimmy malo, Jimmy bueno
Por suerte, no todo son malas noticias. Jimmy recibe una llamada de Kim que parece transformarse en la oportunidad dorada de volver a su vida y recuperarla por completo: HMM se ha asociado con otro bufete, y ellos han preguntado por James. Antes de su reunión, se desplaza a casa de Chuck, donde comprueba que un empleado de HHM está al cargo de su hermano y sus exigencias. Jimmy bueno, Jimmy malo, Jimmy bueno. Y todo el episodio así.
No sé si será esto, el recuerdo de la muerte de Marco que le brinda un anillo que su madre le da (y que lleva en Breaking Bad) o que el cambio en McGill ya es irreversible, pero no acude a su cita con los socios de HHM. Llega al juzgado, sopesa los últimos días, tal vez los últimos 10 años, y decide que no. Decide que no quiere ser quien no quiere ser. A la salida del parking, Mike da buena cuenta de lo rápido de su visita. Jimmy le pregunta si soñó que tenía casi dos millones de dólares y los devolvió, cuando se los podrían haber repartido (el dinero de los Kettleman).
Nadie sabía nada, nadie lo sabría nunca, pero los devolvió. Mike hace referencia a que, en aquel momento, quiso hacer lo correcto. La advertencia de James, a sí mismo más que a la audiencia, da buena cuenta de que este Jimmy puede haber desaparecido para siempre. La próxima vez, no hará caso de lo que sea lo correcto. La próxima vez dejará de ser James McGill.
Opinión
Era probablemente el final más esperado, y probablemente con los motivos más inesperados. Un final de temporada repleto de guiños a Breaking Bad que pretende demostrar que Saul Goodman, al menos, lo intentó. Siempre al borde de lo correcto, siempre en la línea de poder despegar o poder dormir. Y, al final, Chuck ha resultado encender una mecha que puede que ya no se apague jamás.
Incluso puntual, la presencia de Mike en el capítulo evidencia muchas cosas. Por un lado, le pillamos haciendo más negocios de los suyos, lo que nos deja ver que esa faceta de “profesional de la seguridad en los chanchullos de la ciudad” va a continuar. Por otro lado, parece ser la única persona que sabe qué va a ser de Jimmy. Espero que, a nosotros, nos dejen descubrirlo pronto.
Puntuación: 8