Adios, Sitges 2015 (final)
Todo lo bueno se acaba, y a pesar de no poder disfrutar de la última película de Ben Wheatley o perderme la película de clausura, debo reconocer que mi semana en el Festival de Sitges me ha permitido volver a casa con un buen puñado de títulos estupendos y la sensación de que estos días de octubre siguen siendo los mejores para estar al día en cuanto al género.
Gracias la agenda más inútil que jamás me haya hecho para cubrir Sitges, me quedé sin dos de las películas que Sion Sono llevaba este año. Pero, amigos, no pude elegir mejor: Love and Peace, un guión que Sono escribió hace 28 años (fue el primero) y que, como él afirma, es su primera película apta para menores, hizo temblar las emociones del respetable. Con una fuerte carga de corazón, la historia de un perdedor y su tortuga se me antoja como la obra cumbre de su director. Y estamos hablando del tipo que firmó Tokyo Tribe o Why Don’t You Play in Hell. Palabras mayores y clásico instantáneo. Os linkearía el tráiler, pero incluye más información de la que necesitas ver, así que confórmate con su precioso póster de arriba.
The Demolisher es un tráiler estupendo y también una película detestable. Lo peor del cine actual elevado a la enésima potencia. Una serie de pésimas decisiones de estilo y narrativa y unos actores mediocres no ayudan a levantar una película que, sorprendentemente, ha cosechado algún piropo fuera de Europa. Con muy poco que contar y sin estilo ni narrativa, la dirección de fotografía y su insistente música machacona hacen de ella la película de la que salir huyendo.
La primera película de Todd Strauss-Schulson se titula The Final Girls y está encantadade haberse conocido. Podríamos estar ante el (necesario) relevo de la añorada The Cabin in the woods si no fuera porque se regodea constantemente en sus ocurrencias, hartando al espectador ante tanto ingenio retorcido a costa de los tópicos del cine slasher de los ochenta. De haber sido más honesta, sería indispensable.
El sábado conoceremos el palmarés, pero The Invitation, lo último de Karyn Kusama (Girlfight, Aeon Flux, Jennifer’s Body), es una de las películas más (justamente) premiables en cualquier categoría importante. La película más asfixiante en muchos años dentro la de subcategoría “cenas problemáticas” es un pedazo de thriller de horror donde todo funciona con precisión y donde se desata el caos en el momento adecuado. Top del festival.
En cambio, Night Fare, la cacareada película que nos devolvería a la nueva ola del horror francés no deja de ser otro ejemplo de mal cine rodado como un videoclip de Kavinsky. Al menos sí tiene mejor factura que The Demolisher, con la que haría un programa doble que roza lo peligroso.
Las modas son peligrosas, y una de las más insistentes es la de chicos agobiados por ex-parejas… muertas. Y como no todos pueden ser Joe Dante, la nueva Nina Forever empacha y aburre a partes iguales. Esperemos que la moda se acabe pronto.
Atención, espectativas cumplidas con Bone Tomahawk. Western de horror con gran historia y mejores diálogos, la película es una adaptación bastarda de la brutal Al otro lado del río, de Jack Ketchum. Ciento treinta minutos que pasan del western a un apocalipsis que hará palidecer a Nicolás López. Y qué repartazo, oiga.
One, two, three four! Jeremy Saulnier pasa del azul al verde y aumenta la tensión y la violencia hasta límites insospechados. Punks contra nazis en medio de ninguna parte. Violencia, música y recuerdos al John Carpenter de la comisaría. Muy buen slasher, amigos.
¿Es posible adaptar Macbeth en menos de dos horas? Sí, claro. Y además hacerlo bonito. La nueva visión del clásico es un resumen hecho por un listillo de la clase con talento y servirá para refrescar el mito y acercar de nuevo a las salas, aunque su duración no permita a su protagonista pasar con calma por todos sus estados vitales.
Oz Perkins, hijo del inolvidable Norman Bates, dirige su primer largometraje y, como sucediera con su padre ficticio, se hace un poco el lío. February es un mal refrito de los clichés modernos que en su momento reavivó la espléndida El Último Exorcismo y que fracasa a la hora de jugar con los tiempos alternando líneas temporadas demasiado diferenciadas entre sí.
Mis dos últimos visionados han sido el decepcionante Hitchcock/Truffaut, que debería ser un complemento al libro y se queda en un cómo se hizo… el cómo se hizo. Algo más de personalidad presenta Demon, del desaparecido Marcin Wrona. Su buen trabajo de ambientación se complementa bien con algunas decisiones de guión bastante arriesgadas.
Y así, con un film póstumo, cierro mi estancia en Sitges 2015, el mejor festival de cine del mundo en su edición 48