10ª Muestra Syfy de Madrid
La muestra de cine fantástico de Madrid, que antaño llevara Calle 13 y que ahora es responsabilidad de SyFy, ha pasado como un ciclón por la plaza de Callao, donde los últimos cuatro días se han congregado los aficionados al género de la capital.
Lástima que el nivel de este año no haya sido tan bueno como debería. De Oz a El último exorcismo 2, se han dejado ver pocas obras interesantes, puede que John dies at the end o The Cabin in the woods (Antiviral también, por qué no) cubran las expectativas de calidad, pero lo que es absolutamente inviable es que en una muestra tan reducida haya hueco para films como Boneboys o se clausure con algo tan terrible como la secuela de la sensacional El último exorcismo.
Desde fuera es muy fácil criticar y opinar sobre qué películas podrían o no estar en un evento así, pero también es cierto que hace nada pudimos ver en Sitges películas de nivel, como la última bizarrada de Rob Zombie, The Lords of Salem, Berberian Sound Studio, Sightseers o el brillante remake de Maniac, que habrían aportado la calidad que ha faltado.
Quedándonos con lo bueno, destacar el éxito de público (que no de su comportamiento, hay mucho que aprender de otros festivales), abarrotando cada proyección, y aguantando el frío de las colas. Leticia Dolera, ausente el primer día y sustituida por Macarena Gómez, demostró que ya forma parte del evento, aunque en realidad aporte más bien poco en sus intervenciones.
A nivel cinematográfico, poca chicha. Oz, la inauguración, resulta bastante decepcionante a pesar de un arranque prometedor (y se estrenaba al día siguiente, así que su escasa exclusividad tampoco era un aliciente). La peli de Sam Raimi competía con Nosferatu y sus rótulos (según me cuentan) en comic sans, con música en directo.
El sábado empezó con Kenshin, el guerrero, una de esas adaptaciones de manga que parece durar seis o siete horas y que no aporta nada especial al género. Grabbers animó un poco el cotarro, con esos borrachuzos entrañables que hacen frente a un ejército de pulpos espaciales. Sin ser nada del otro mundo, visto el nivel de la muestra, se dejó ver con sumo gusto.
Eduardo Casanova presentó su cortometraje Amor de madre, un melodrama de género que podría haber llevado por título Almodóvar of the dead. No molesta, pero que cada habitación de la casa en la que se desarrolla el corto tuviera un póster de algún monstruo clásico terminaba por resultar molesto. El corto fue mejor que la tremenda bazofia que no se cortaron en proyectar: Boneboys, una de las mayores basuras que haya visto en un cine y a la altura de un Trash entre Amigos. De hecho, sospecho que podría haber sido la peli elegida en un principio para la cachonda experiencia trash, cancelada a penúltima hora. Como curiosidad, comentar que, increíblemente, está basada en un relato de Jonathan Swift, autor de Los viajes de Gullilver. Absolutamente repugnante. Para terminar el viernes, uno de los puntazos de la muestra, John dies at the end: Don Coscarelli on fire. Una fiesta noventera con espíritu de Bill y Ted con un inesperado nervio por parte del director de Phantasma. Una joyita.
El sábado se abrió con Wolf Children, ganadora del premio a la mejor película de animación durante el pasado festival de Sitges, que empieza siendo algo divertido para terminar con un bajón importante. Los lobitos, preciosos, claro. Y llegaba el turno para Coppola y su Twixt. Sin ofrecernos la posibilidad de las 3D (en un par de momentos puntuales, nada más), la vilipendiada película del director de El Padrino está tan lejos de ser la peor película de la muestra como de ser una película notable. Twixt es un experimento de horror gótico digital, desenfadado y sin término medio, que avanza parsimonioso entre el genio y la vergüenza ajena. Es la peli con la que Coppola demuestra estar màs loco que Scorsese a la hora de experimentar con la nueva tecnología sin tener que levantarse demasiado de su silla de director. Sinceramente, la prefiero antes que cualquiera de sus últimas cuatro películas.
Antiviral, el debut del joven Cronenberg, hijo de su padre, es una moderna revisitación de los miedos que popularizó su padre en sus inicios, con ese toque de modernidad tan blackmirroriana de hoy en día. A mí no me hizo demasiada gracia en su momento, así que no repetí.
El resto del sábado fue para The Cabin in the woods, desgraciadamente inédita aquí, en el tercer mundo del audiovisual, la proyección de Garras humanas con música de Hidrogenesse, y la basurilla de Dead Sushi, una castaña con unos efectos especiales imposibles de soportar.
El último día empezó a las 12 de la mañana con El mago de Oz, siguió con un Phenomena (Alien + Desafío Total) y encauzó el último tramo con Cockneys Vs. Zombies, una simpática comedia zombie sobre el proletariado inglés medio. La clausura fue otra de las decepciones de la Muestra: El último exorcismo 2 tira a la basura el encomiable esfuerzo y amor de la primera parte para ofrecer un sopor sin atmósfera ni personajes que recuerda al peor secuelismo de los años noventa.
Creo sinceramente que para que esto siga funcionando hacen falta dos cosas importantísimas: buenas películas y un público algo más respetuoso con los que acuden a los pases con la intención de disfrutar una película. La gente no va al cine a escuchar tus gilipolleces, amigo mío.