Crítica de La forma del agua
Fascinante fábula para adultos, una cerúlea y elegante respuesta a ‘La mujer y el monstruo‘ y ‘La bella y la bestia‘. Guillermo del Toro firma una obra original, madura y cargada de mensaje político y social. Sally Hawkins deslumbra con una nueva interpretación prodigiosa. Sin duda, una de las mejores películas candidatas al Oscar.
La fábula de la doncella y el monstruo
De algo que no hay duda es que el mexicano Guillermo del Toro es uno de los cineastas que más pasión ha puesto a sus proyectos. Cierto es que no todas sus películas han logrado ser redondas, como sucedió con ‘La cumbre escarlata’ o ‘Blade II’. Sin embargo, con ‘La forma del agua’, su décimo largometraje y ganadora del León de Oro en el 74º Festival de Cine de Venecia, nominada 12 premios BAFTA y candidata a 13 premios Oscar, el cineasta vuelve traer una magia y entrega que no se había visto en su filmografía desde ‘El laberinto del fauno’.
Elisa Esposito es una joven mujer muda que vive tranquilamente encima de un cine. Su día se basa en ir a trabajar como limpiadora en un edificio en el que el gobierno y el ejército estadounidense hacen experimentos y el que tiene como amiga a Zelda, una mujer afroamericana amable y cariñosa, y en pasar su tiempo libre con Giles, un ilustrador homosexual maduro que es vecino suyo. Un día, al laboratorio llega una cápsula en la que una misteriosa criatura anfibia humanoide está cautiva. Torturada por el Coronel Strickland, la bestia solo trabará amistad con Elisa, el único humano que la trata con dulzura. Entre el monstruo y Elisa empezará a surgir un extraño amor, lo que hará que la joven, junto con Giles y Zelda, le ayude a escapar del edificio, ya que el gobierno quiere destruirlo debido a que lo consideran un monstruo.
Una de las películas más maduras y elegantes de Guillermo del Toro
Guillermo del Toro siempre ha tenido la magnífica habilidad de narrar relatos fantásticos con un complejo trasfondo político y social. En el caso de ‘La forma del agua’ se hace especialmente evidente al tener de protagonista a un grupo de personas amenazado por la sociedad dominante (una mujer muda, una mujer negra y un hombre homosexual). De hecho, el propio cineasta mexicano declaró durante su paso por Venecia que el filme “es un antídoto contra el trumpismo”.
Teniendo en cuenta ese elemento, Del Toro acierta en ambientar la película en los años 60, en plena Guerra Fría, en la que Estados Unidos alardeaba de ser el adalid de los valores democráticos, el país que salvó al mundo y triunfó en la Segunda Guerra Mundial. Y, efectivamente, un país que en esa década hacía segregación racial y que vivía con temor un posible conflicto nuclear. En ese retrato, el cineasta crea una fábula clásica, en la que arriesga al hacer una mezcla de cine de ciencia ficción que homenajea al terror de serie B; al elegante melodrama de época, al musicales de la época de Fred Astaire y Ginger Rogers, al mítico thriller de espionaje y hasta el toque de relato Disney propio de ‘La bella durmiente’.
Y con semejante combinación, Guillermo del Toro firma un relato extraordinario, alejado de la palabra gótico, más cercano a ‘La bella y la bestia’ de Jean Cocteau, incluso a ‘El castillo ambulante’ de Hayao Miyazaki. Eso sí, con el toque propio del director de ‘El espinazo del diablo’. Aquí la bestia es acuática, el agua, aquel elemento que fluye y carece de forma. Un monstruo marino humanoide ha sido algo ya visto en la filmografía del realizador azteca, ya se vio en las dos películas de ‘Hellboy’. No sólo el agua es característica del cineasta, también el que la criatura interactúe de forma especial con el protagonista, algo que constante en sus películas, con ‘El laberinto del fauno’ como referente más próximo, aunque ya se vio en ‘Mimic’ o ‘Cronos’, su ópera prima.
Sally Hawkins está espléndida. Richard Jenkins, Octavia Spencer y Michael Shannon brillan con sus papeles
Aunque esa maravillosa mezcla no hubiera funcionado sin un reparto excepcional. Primero toca alabar, una vez más, a Sally Hawkins, magnífica de nuevo. Ya el año pasado brilló con ‘Maudie, el color de la vida’, con ‘La forma del agua’, la actriz trae el espíritu del papel con el que saltó a la fama, ‘Happy: Un cuento sobre la felicidad’. Hawkins es Elisa, una mujer solitaria pero cuya soledad no está impregnada de tristeza y melancolía, sino de pasión por la vida y de valentía, quizás en algunos momentos peca de tierna ingenua pero eso le dota de mayor empatía. La actriz está espléndida y será una lástima que no gane el Oscar, un premio que todo apunta que será para Frances McDormand por ‘Tres anuncios en las afueras’. Aparte mención para Richard Jenkins y Octavia Spencer, dos secundarios de lujo, llenos también de vida y que ofrecen una energía diferente que no sólo aporta diversidad y reivindicación, también son el reflejo de la fuerte amistad y de la fraternidad que existe cuando hay amor, no solo el romántico.
En el otro lado están Michael Shannon, papel más arquetípico pero necesario para una trama que, al fin y al cabo, es un cuento adulto, de buenos y malos. Shannon representa a los “Estados Unidos perfectos”, cuya fría mirada muestra el duro (y mayoritario) desprecio a lo diferente, una rígida moral tóxica. También toca hablar de Michael Stuhlbarg, cuyo papel evidencia que el ser corto de miras e ignorante no sólo era cosa del gobierno estadounidense, mostrando a un bloque soviético igual de inclemente. Y, cómo no, Doug Jones, el eterno monstruo. El actor que ya colaboró con Guillermo de Toro dando vida a criaturas fantásticas en ‘Hellboy’ y ‘El laberinto del fauno’. Es más, Jones ya sabe qué es ser un monstruo anfibio ya que lo fue en las dos entregas de ‘Hellboy’.
Sin duda, ‘La forma del agua’ es la obra más redonda de Guillermo del Toro desde ‘El laberinto del fauno’. Aunque, lo que la hace diferente es tener a una protagonista cuya vida está llena de positivismo (una vez más Sally Hawkins es una versión renovada de Amélie), una tierna historia de amor y un mensaje lleno de esperanza, que aboga por seguir creyendo en lo diferente, “en lo que es visto como monstruoso”. Evidentemente, una de las grandes películas del año.
Crítica de La forma del agua
- Dirección
- Interpretaciones
- Guion
- Fotografía
- Música
Resumen
Guillermo del Toro firma su mejor película desde 'El laberinto del fauno'. Magnífica, elegante, diferente y con una protagonista excepcional.
Tráiler en español de ‘La forma del agua‘