Crítica de Escape Room
Cube inspiró las escape rooms y ahora estas inspiran a su vez la película del mismo nombre, una versión esquemática pero eficaz y bien resuelta del ya clásico del cine fantástico independiente de Vincenzo Natali. Al igual que su referente, la película no se encuadra dentro del terror en sentido estricto, tratándose más bien de un thriller angustioso y, aunque dentro de lo convencional, casi impecable.
ESCAPE ROOM de Adam Robitel
Un producto de las características de Escape Room puede generar dos tipos de expectativas en el espectador: una historia de personajes atrapados en un espacio cerrado y programado del que tendrán que encontrar la salida a través de su ingenio por una parte, y por otra una película de terror de un director especialista en el género como es Adam Robitel, responsable de un título de la saga Insidious. Es importante tener en cuenta es que las primeras expectativas van a ser colmadas pero las segundas no; los amantes del terror en estado puro pueden sentirse decepcionados, mientras que quien espere ver un título en la órbita de Cube, referente que inspiró en buena medida las escape rooms actuales de las ciudades que en un juego de espejos inspiran a su vez esta película, pero en una perspectiva menos abstracta y minimalista y más comercial, sí verán claramente satisfechas sus aspiraciones.
Versión comercial y simplificada de Cube
Por lo tanto, vista desde el enfoque correcto, un thriller de enigmas lógicos en la línea de Cube, tangencial con el cine de terror y el fantástico sin llegar a introducirse de lleno en ellos, y llevado a un terreno más comercial limando cualquier complicación y dejando la puerta abierta a una secuela (que también la tuvo la propia Cube), Escape Room resulta casi impecable. Propone 6 personajes estereotipo seleccionados en principio de manera arbitraria que acabarán descubriendo que tienen algo en común y que se verán enfrentados por sus propias personalidades y por la naturaleza competitiva y cruel del juego, así como diferentes escenarios. Es en este último punto donde radica la principal diferencia con Cube; el ejercicio de estilo de resolver una trama a partir de un decorado único se cambia por un formato más semejante al de un videojuego en el que se va pasando de pantalla. No faltan giros en el guión, pero por una vez bien resueltos y utilizados en su justa medida.
Existe naturalmente una segunda y previsible diferencia entre Cube y Escape room, que es una resolución más cerrada, explicativa y propia de un título de Hollywood. El gran problema y punto débil de la película es el epílogo añadido con posterioridad al final natural de la película, en el que se evidencia la intención de facilitar la posible secuela cayendo en unos tópicos más bien grotescos de serie B que echan en cierta medida por tierra el trabajo llevado a cabo durante todo el metraje y que simbolizan la indecisión de buena parte del cine comercial actual entre el tono serio del producto comercial artesanal, la frescura del cine independiente y la brocha gorda y el desparpajo de los subproductos orientados directamente al consumo doméstico sin pasar por la sala de cine; no se puede tener todo.
Tráiler en español de Escape Room