Crítica de Shtisel (Serie)

Shtisel, actualmente disponible entre el catálogo de Netflix España, es una serie israelí de dos temporadas centrada en la comunidad de los judíos ultraortodoxos. Lejos de lecturas políticas, se trata de una dramedia sobre los problemas domésticos, familiares y sentimentales de sus integrantes; un culebrón, a fin de cuentas, pero de una excelente factura técnica.

Shtisel de Alon Zingman (Serie de Televisión)

El éxito de Unorthodox, uno de los fenómenos del año en Netflix, puede servir para redirigir a los fans de la miniserie a esta otra producción que también gira en torno a los judíos jaredies o ultraortodoxos, pero observando en este caso a la comunidad desde dentro. Shtisel fue un fenómeno en la televisión israelí durante su emisión entre 2013 y 2016; desde hace más de un año se especula con su continuación a través de una tercera temporada.

La apertura a la diversidad es probablemente una de las características de la ficción del siglo XXI, en la que se toma el punto de vista de personajes que se encuentran fuera de la norma y que estábamos acostumbrados a ver siempre como antagonistas perversos o, como mucho, como secundarios que sirven para lucimiento del protagonista, que desde su normalidad los cuida, los protege y los comprende de manera paternalista.

En los últimos tiempos el abanico de miradas “diferentes” se va abriendo más allá de los colectivos considerados desde hace tiempo y de manera casi oficial como discriminados (mujeres, personas de razas diferentes a la blanca, inmigrantes, personas LGTBI y personas con discapacidad); un buen ejemplo sería el éxito de la estupenda serie Atípico, que intenta mostrar a un chico con un trastorno del espectro autista sin reforzar los estigmas generalmente asociados a este comportamiento.

Un culebrón jaredí: los ultraortodoxos también lloran

Shtisel da una interesante vuelta de tuerca al planteamiento sobre la diversidad al aplicar los parámetros de las series inclusivas y presentarnos de una mirada desdramatizada y alejada de la demonización a un colectivo que, paradójicamente, se caracteriza por su rigidez y por su intolerancia, lo cual sin duda no va a ser del gusto de todos. La serie no blanquea a la comunidad jaredí; para nada se oculta su puritanismo, su carácter machista y patriarcal, su escasa formación, sus dificultades para encontrar empleo, sus condiciones económicas al borde de la pobreza, ni el enorme control social ejercido por familiares y vecinos. Pero todos estos aspectos se muestran desprovistos de sensacionalismo y desde el respeto a sus componentes, a los que no se presenta como monstruos fanáticos malvados sino como a seres humanos inmersos en sus pequeños problemas cotidianos.

Este tono de equilibrio entre comedia y drama y la mirada neutra hacia los personajes son dos de los grandes aciertos de la serie; sus autores dejan al espectador la tarea de juzgar los comportamientos que ven. El otro punto fuerte es su cuidada factura técnica y lo trabajado de sus encuadres, sus localizaciones y sus diálogos: Shtisel por su contenido es un culebrón; no obstante, no se aprecia en ella ni rastro de la producción apresurada ni la desidia de producto rápido y barato habitual en las dramedias televisivas.

Mientras Unorthodox es una puesta en práctica de la paradoja de Popper, que se puede y se debe ser intolerante con los intolerantes, sin duda el principio filosófico más citado y utilizado en las redes sociales, Shtisel es un ejemplo de lo contrario. Nos recuerda que ponerse en el lugar de otro ser humano, aunque su realidad y su pensamiento estén en las antípodas de los nuestros, es siempre enriquecedor y es de hecho una de las principales funciones que puede cumplir la ficción.