Crítica de Profesor en Groenlandia

Semidocumental sobre las andanzas de un joven un tanto perdido que intenta encontrarse a sí mismo como maestro en una aldea Groenlandesa. Un entretenimiento amable y superficial con hermosos paisajes nevados que no intenta profundizar en los personajes ni en la cultura local de la zona.

PROFESOR EN GROENLANDIA de Samuel Collardey

Groenlandia tiene una situación extraña dentro de la Unión Europea; constituye una región autónoma perteneciente a Dinamarca que en la práctica es considerada más bien como una provincia de ultramar o una colonia. Sus habitantes disponen para ellos de la mayor parte del territorio de la isla, a diferencia de los nativos norteamericanos o los aborígenes australianos, pero su situación guarda similitudes con estos últimos: un pueblo gobernado por una administración ajena al mismo que solo lo ve como una carga lejana y que se limita a subvencionarlo para que no de problemas, consiguiendo la paz social a cambio de mantener a buena parte de la población en el desempleo y el alcoholismo.

Una mirada amable y turística de Groenlandia

Esta realidad se aprecia solo de manera más bien tangencial en esta película semidocumental centrada en las peripecias reales de un maestro danés destinado voluntariamente en una pequeña aldea del círculo polar cubierta por la nieve durante todo el invierno. Cuando elige destino, la funcionaria que le asesora le recomienda escoger la capital, Nuuk, por guardar cierto parecido con la vida en Dinamarca y amortiguar de esta manera el choque cultural, y le da un segundo y chocante consejo:  no aprender el groenlandés puesto que, según ella, no tendrá ninguna utilidad para el joven ni tampoco para los niños de la localidad, mostrando el desprecio de la administración danesa por los habitantes y la cultura de la zona y rompiendo también el mito que por aquí tenemos del sistema educativo de estos países, en los que por lo visto no tienen reparos en enviar a  una escuela rural de niños en evidente riesgo de exclusión social a un novato sin experiencia, sin conocimiento de la realidad de su alumnado, ni siquiera de su idioma, y sin un proyecto educativo adecuado.

La película, no obstante, está dirigida por un francés que, tal vez por su conocimiento insuficiente de la misma, no tiene intención de criticar la situación de Groenlandia ni tampoco de adentrarse en la psicología del maestro, que solo al final de la película explica, y de manera parcial, por qué ha tomado esta decisión. La historia es llevada por derroteros más convencionales y menos complicados: enseñarnos hermosos paisajes nevados, auroras boreales, casitas de madera de distintos colores y técnicas para conducir un trineo de perros, además de contarnos una historia previsible de desencuentro inicial entre el maestro y sus alumnos que irá mutando en un acercamiento del foráneo a la cultura local, siempre dentro de parámetros políticamente correctos. El clímax de la historia lo constituye la integración del joven en una batida de caza, el medio de vida tradicional y único conocido en la Groenlandia profunda, en la que no vemos la muerte de ningún animal que pudiera herir la sensibilidad animalista del espectador europeo urbanita, al que el film mantiene continuamente en una mirada de turista superficial, amable y cómoda.

Profesor en Groenlandia constituye por lo tanto un capítulo ampliado de Daneses por el mundo, de visión agradable, entretenida y buenrollista, con lo cual, hay que reconocerlo, cumple con lo prometido de manera eficaz y solvente. Quien busque conocer algo más en profundidad la cultura groenlandesa o quien quiera ver una película sobre los retos que supone la docencia a niños de minorías étnicas sin motivación para aprender tendrá que buscar en otro lugar.

Tráiler en Español