Crítica de El pacto
Una alianza con lo sobrenatural para retar a las leyes de la vida y la muerte que acarrea consecuencias para quien la firma es la propuesta, muy clásica, en la que se basa El pacto, un nuevo estreno de terror en el cine español que adolece de agujeros de guión y deficiencias de producción que se intentan paliar mediante un estilo efectista y golpes de efecto.
EL PACTO de David Victori
Tras haber conseguido financiación de Ridley Scott y Michael Fassbender para su cortometraje Zero, el catalán David Victori, antiguo ayudante de dirección de Bigas Luna, ha conseguido llegar a cabo su primera película como director, adscrita sin complejos al género de terror, ampliamente promocionada en los medios, y protagonizada por Belén Rueda, a quien a muchos les costó tomar en serio como actriz por su origen televisivo, pero que es una de las intérpretes españolas con mejor olfato para escoger sus proyectos.
El pacto, como su título indica, gira en torno a uno de los esquemas clásicos del género, el de desafiar las leyes de la naturaleza y el precio que hay que pagar por ello. Su apuesta clara por el terror en un ambiente contemporáneo, una Barcelona alejada de los clichés turísticos y retratada siempre de noche o con cielo gris, sin jugueteos con el thriller y sin recurrir a caserones góticos, es el principal punto a favor de una película más bien desangelada en su conjunto por dos motivos.
Buenos actores, producción efectista y lagunas en el guión
El primero, una búsqueda excesiva de efectismo con abuso de música enervante, de noches de tormenta con rayos y truenos, y de giros con la cámara que dan un aire amateur o televisivo al producto. El segundo, un guión, coescrito por el propio director, en el que abundan los agujeros de principio a fin. El principio constituido por un prólogo de dos escenas aparentemente inconexas entre sí, una fórmula muy habitual en los best –sellers literarios pero que raramente funciona en el cine, y el final, con un giro argumental muy forzado en el que resulta evidente que uno de los personajes se ha estado guardando información con el único propósito de que pueda existir dicho giro final. En medio algunos personajes y situaciones interesantes pero a los que no se saca el partido que podrían haber tenido, especialmente el buscavidas inquietante que explica a Belén Rueda y a los espectadores las reglas del pacto, y también esas propias reglas, que podrían haber llevado a escenas de lucimiento para el guionista y el director, pero que se quedan en algo desaprovechado y además confuso para el público. Para rematar la función, los efectos digitales son mejorables: el agente que emplean los poderes sobrenaturales para materializarse en nuestro mundo es una araña, cuya aparición podría haber supuesto también escenas creativas en cuanto a plástica, pero que se malogran por la irrealidad del efecto especial.
El resultado final acaba siendo un entretenimiento aceptable solo para fans no muy exigentes del género, y no existe un único elemento responsable de ello sino que todo el conjunto es enclenque salvo los intérpretes, que cumplen su función con mucha dignidad, a pesar de la caracterización de Belén Rueda, a la que intentan alejar de su imagen habitual de rubia sofisticada pero nuevamente sin gran acierto.
Tráiler de El pacto