Crítica de Cuando los ángeles duermen
Julián Villagrán no consigue darle sentido a su personaje y convertirse en actor de primera línea en Cuando los ángeles duermen, un producto que bebe de la novela negra norteamericana y que pretende ser un thriller próximo al terror pero que adolece de un tono inadecuado y unas intenciones muy fallidas de crítica a la cultura del éxito.
CUANDO LOS ÁNGELES DUERMEN de Gonzalo Bendala
En los años 50 del pasado siglo una serie de escritores norteamericanos dio un enfoque revolucionario a lo que había sido hasta entonces la novela policíaca mediante un enfoque psicológico que rompía con el mecanismo de causa y efecto de la narración clásica. Sus personajes no eran villanos al uso sino seres anodinos y grises pero atormentados y llenos de culpa que actuaban de forma errática y en gran medida irracional, lo cual los hacía inquietantes e imprevisibles.
Cuando los ángeles duermen parece partir de ese tipo de novela negra inventado por Patricia Highsmith, Jim Thompson y otros para contar el descenso a los infiernos de un pequeño ejecutivo obsesionado por trepar profesionalmente y por seguir el modelo de éxito social más convencional: padre de familia y profesional brillante; sin embargo nuestro personaje no se ve como un líder sino que intenta desesperadamente aparentarlo pero su inseguridad le frustra y la presión, tanto la externa como la autoimpuesta, le puede llevar a un desenlace explosivo cuya onda expansiva y sus efectos directos o colaterales es incierta. A partir de este planteamiento, que sobre el papel suena muy bien, se puede llevar a cabo una comedia negra que disecciona al personaje y se burla de sus vicisitudes, en la línea de Jim Thompson, o intentar contar la historia desde su punto de vista y llevarla hacia una línea más trágica, como suele hacer Patricia Highsmith.
Por el tono serio y la falta de humor de la película, su director, Gonzalo Bendala, parece haberse decantado por la segunda opción, pero sin gran éxito. En primer lugar por el retrato esquemático de los personajes en el guión: la introspección psicológica en la que se basa la literatura de Highsmith brilla por su ausencia. Aunque no esté muy claro por lo pobre de los resultados, se diría que el director pretende hacer una crítica social y para ello reduce los personajes a estereotipos tirando de clichés de Hollywood: el padre que se pierde el cumpleaños de la niña, la esposa harta de sentirse abandonada que empieza a recibir atenciones del vecino, etc. Pero, si esa es su intención, para ello recurre de manera muy poco adecuada a un ambiente de thriller y de terror y a una estructura de pesadilla asfixiante que transcurre en una noche, y de hecho el título de la película insiste en ello refiriéndose a las horas nocturnas, cuando los ángeles dejan de protegernos y estamos a expensas de los demonios ajenos y de los internos.
El guión acaba siendo un collage de tics de películas de diferentes géneros que no casan entre sí y el protagonista, Julián Villagrán, no salva la función ni está a la altura en un proyecto que le podía haber sacado de su status de actor de reparto. Su personaje va a la deriva acompañando al resto de la película, que intenta dar un tono muy serio a peripecias absurdas que solo en el desenlace adquieren un sentido, pero a través de un giro radical e incongruente en el personaje de la esposa. El final sirve además para que nos demos cuenta de lo poco adecuado del planteamiento y del desarrollo anterior de la historia.
Por citar algo positivo, el ambiente nocturno de la película está bien conseguido en cuanto a diseño de producción y el resultado final es vistoso y permite llevar a cabo un tráiler apetecible que, eso sí, promete algo que la película no ofrece.
Crítica de José Antonio López
Tráiler de Cuando los ángeles duermen