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El thriller de sociópatas vivió un verdadero boom durante la década de los noventa gracias principalmente a dos títulos, auténticas obras maestras del suspense. El primero fue El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1992), y el segundo Seven (David Fincher, 1995). A raíz del éxito de ambas películas, Hollywood nos bombardeó con todo tipo de cintas más o menos afortunadas. Algunas muy notables como Copycat (John Amiel, 1995) o la genialmente desmadrada Asesinos Natos —con guion de Tarantino (Oliver Stone, 1994). Con el tiempo la formula se fue agotando lo cual no significa, hablando de la industria del cine estadounidense, que se dejasen de hacer thrillers en los que, básicamente, se repetía siempre el mismo esquema. A saber: policía acude a psicólogo u otro policía excéntrico para que le ayude a resolver enigmáticos homicidios. Este personaje, con algún trauma que arrastra del pasado que le ha agriado el carácter se niega en primera instancia a ayudarle, pero pronto se implicará hasta las trancas atraído por la magnética personalidad del sociópata. El final, ya lo deberíamos saber todos a estas alturas, pero no lo voy a desvelar por si alguien acaba de aterrizar en el mundo del thriller comercial y quiere ver Premonición con un mínimo de tensión.

Premonición, nueva película de Anthony Hopkins
El FBI ha iniciado una necesaria cruzada contra los baristas

Premonición sigue paso a paso el esquema antes citado, pero al menos sabe aprovechar su brillante reparto para, sin sorprender en ningún momento, conseguir mantener la atención durante sus medidos noventa minutos. Anthony Hopkins es el rey absoluto de la función. El que fuera uno de los culpables de la masificación de títulos de esta índole gracias a su magistral recreación de Hannibal Lecter, se interpreta aquí a sí mismo. Me refiero por supuesto al sí mismo cinematográfico. Hasta Nicolas Cage es distinto en la vida real al personaje que repite una y otra vez en sus películas —admito que tal vez haya arriesgado mucho con este ejemplo—. La ventaja en el caso de Premonición es que es siempre un placer ver a Hopkins hacer lo que sea en pantalla. El galés nacionalizado desde hace años estadounidense —hay que tener ganas—, sabe captar la atención con cada gesto, cada leve mueca, cada inflexión de su voz —su doblador español es mítico, pero no tiene nada que ver con su voz real—.

Junto a Hopkins, cabe destacar a Jeffrey Dean Morgan (Watchmen, The Walking Dead), actor al alza desde hace años, pero que parece destinado a no alcanzar nunca el estrellato que su carisma y físico deberían proporcionarle. Es una pena que el actor desaparezca bruscamente en mitad de la película como si a los productores se les hubiese acabado la pasta para pagarle. Completa la parte bien del reparto Abbie Cornish. La protagonista de Bright Star —película de Jane Campion que mi mujer lleva años rogándome que vea y yo, pues aquí estoy, viendo Premonición— consigue mantener el tipo ante Hopkins y resulta creíble como sufrida detective.

Colin no se come un colín

Collin Farrell en Premonición
Sin palabras

Pero hete aquí, que nos encontramos con el gran talón de Aquiles de Premonición: Colin Farrell. Quiero aclarar antes de continuar que el irlandés, en contra de lo que opina mucha gente, siempre me ha parecido un actor de talento cuando el proyecto y el director le ha acompañado. Escondidos en Brujas es un buen ejemplo. Corrupción en Miami otro —podéis coger número para apalearme—. Pero en Premonición está absolutamente desastroso. Su personaje es inverosímil, él no se lo cree en ningún momento, y Hopkins lo devora con solo mover un pelo del peluquín a lo Nicolas Cage con el que nos ha querido deleitar en esta película —se nota que Hopkins es productor de la cinta y nadie le ha podido frenar los pies—.

Y claro, cuando en un thriller de sociópata falla el malo la cosa se complica. Y sin embargo, mostrando una capacidad de supervivencia mayor que la del jugador de baloncesto que vive de agitar la toalla en el banquillo —Mark Madsen rules—, Premonición sale adelante y consigue eludir el bodrio que parecía destinada a ser. La dirección del brasileño Alfonso Poyart está plagada de tics videocliperos. Pero oye, a mi me pones un montaje con música de M83 y me quedo en mi paz.

Premonición se desliza por el filo durante sus noventa minutos sin llegar a caer, su final es deplorable. Nosotros sabemos que es deplorable. Sabemos que somos espectadores deplorables. Pero un poco de Hopkins es mucho, y recuperar la ilusión de estar viendo una peli de los noventa tiene su encanto. Si no la veis no os pasará nada. Pero si lo hacéis, tampoco. Ya es más de lo que puede decirse muchas veces, ¿verdad Daniel Sánchez Arévalo?

  • Dirección
  • Guion
  • Actores
  • Fotografía
  • Música

Resumen

Aunque se desliza por el filo durante sus noventa minutos, no llega a caer. Premonición es un thriller de sociópata mil veces visto pero que entretiene. Sus debilidades son sus mayores fortalezas. Un Anthony Hopkins que va a lo suyo y al que siempre es un placer contemplar, y un toque noventero muy de agradecer para los que ya somos viejovenes —o más—.

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Cinéfilos 3 (1 voto)
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