Hablar de una generación perdida en tiempos de crisis no es algo nuevo. Basta con preguntarle a Jaime Rosales y su ‘Hermosa juventud’ o ver cintas como ‘Rosetta’ o ‘El niño’ de los Hermanos Dardenne. Sin embargo, pocas veces es visto desde la perspectiva propia de esa juventud. ‘Les Combattants’ es un ejemplo de ello, la ópera prima de Thomas Cailley triunfó en la última edición de los César, alzándose con los premios a la Mejor Ópera Prima, Mejor Actriz y Mejor Actor Revelación. Además, fue la ganadora del premio FIPRESCI en la Quincena de Realizadores la 67ª edición del Festival de Cannes.
La vida de Arnaud parece estar ya hecha. Junto con su hermano Manu regenta la empresa maderera de su recientemente fallecido padre. Una rutina en la que parece estar predestinado su futuro, el cual no llega nunca a plantearse. Por otro lado está Madeleine, hija de una familia clásica burguesa que es todo lo contrario. La joven se prepara para el Apocalipsis, al cual ve cerca, no le ve futuro a nada y, por ello, decide alistarse en el Ejército, para saber cómo sobrevivir. Él, enamorado de la fiereza de ella, le seguirá en ese loco viaje militar.
La clásica historia de amor, la atracción de los polos opuestos aquí es puesta como una metáfora en la que, pese a ser la trama central, se convierte en cuestiones más profundas sobre qué le espera a las nuevas generaciones, cuál es su futuro tras una crisis económica que mostrado las débiles costuras sociales europeas que han quedado en manos de entes superiores. Los momentos de Arnaud con sus amigos en verano, hablando sobre qué harán. Uno quiere marcharse, ha decidido venderse al sistema e irse para Canadá, huir de la realidad que acecha a Francia, el otro no sabe qué hacer, se sienta los lunes frente al sol.
Cailley se atreve a contar un relato desde su propia generación y lo hace con inocencia y optimismo. Esa realidad, de jóvenes preparados para no saber exactamente qué, ya se ha podido ver en el cine de los Dardenne pero Cailley le dota de una frescura y una mirada diferente que hace de ‘Les Combattants’ un ejercicio sobre cómo salir indemne de esa fuerte carga negativa que se afronta. Y nada más original que plantearlo en el ejército, un lugar aparentemente inhóspito y severo que sirve de lección para sus protagonistas para realmente conocer qué quieren en la vida. Sí, hay exigencia pero sólo es una mera herramienta para contar esa entrañable historia de Madeleine y Arnaud.
‘Les Combattants’ funciona no sólo por su interesante premisa sino, sobre todo, por sus dos actores y su buena química. Kévin Azaïs es un auténtico descubrimiento, su primer papel protagonista tiene una mezcla entre optimismo, languidez y energía, una combinación que contrasta con esa actrizón que es Adèle Haenel, que es un terremoto que bajo esa coraza física y ese máster en macroeconomía se esconde una muchacha que no consigue ver el lado bueno de las cosas. Haenel demuestra que es la mejor de su generación, con permiso de Sara Forestier. La joven le arrebató el César a pesos fuertes como son Juliette Binoche, Catherine Deneuve, Sandrine Kiberlain, Karin Viard y Marion Cotillard.
La única pega es también su principal virtud: Que se trata de una ópera prima. Esto hace que, pese a ser una gran cinta, tenga algunas imperfecciones. Cosa perdonable ante un realizador que promete ser uno de los interesantes reflejos de la evolución de la mirada cinematográfica actual. Sin pretensiones y con espontaneidad, algo que debería aprender, por ejemplo, Xavier Dolan. ‘Les Combattants’, una gran descubrimiento.
4 / 5
