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Ay, las burbujas y los desfalcos. El Fraude (Arbitrage) es un muy correcto thriller ambientado en el actual mundo de crisis financieras y chanchullos de toda índole.

Robert Miller es un respetado magnate poseedor de un importante imperio financiero al que la vida sonríe día tras día. Felizmente casado y con sus hijos bien colocados en la empresa familiar, parece no tener ningún problema, pero la realidad es bien distinta.

Una de los aspectos más atractivos de la propuesta que sirve de presentación a Nicholas Jarecki es la ausencia, más o menos, de buenos y malos. Conseguir que el espectador empatice con un personaje como el de Gere, clase alta, élite, multibillonario y encima con secretos oscuros y malversaciones fiscales, tiene mucho mérito, y a lo largo de la proyección esperamos ansiosos a que se coloque la siguiente pieza de un puzle de trampas y mentiras mientras la policía por un lado, y las finanzas por el otro, tratan de dar caza y derribar al magnate.

Arbitrage se desarrolla sin prisa pero sin pausa, gracias a una historia bien escrita y mejor ejecutada, sin alardes, sin efectismos, que la acerca al thriller de los años setenta, y que se muestra humilde a pesar de los personajes y el universo que retrata.

Por supuesto, quien lleva la carga de la película es Richard Gere, que lleva ya unos cuantos años en esto y ha sabido reconducir su carrera con criterio y demostrando una versatilidad inesperada durante la última década en títulos tan acertados como Mothman, la última profecía, o interpretaciones divertidas e inesperadas como la que brindaba en la infravalorada La sombra del cazador. Aquí está secundado por un molesto Tim Roth, que se encargará de darle caza y descubrir sus secretos.

El Fraude es una apuesta segura tanto para quien busque un reflejo de la situación financiera actual como un thriller inteligente o algo más comercial. Y eso no es nada fácil de conseguir.

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